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Adventistas del 7mo día
INTRODUCCIÓN
Muchos Evangélicos y Pentecostales todavía dudan antes de clasificar a los Adventistas como una denominación cultista. Esto debido a que en los últimos 40 años la Iglesia Adventista ha aclarado su posición en lo referente a varias de las Doctrinas Fundamentales Cristianas. Sin embargo, dentro de su seno existen creencias erróneas, aberrantes o anómalas que, sin lugar a dudas, colocan a los Adventistas del Séptimo Día en la clasificación de un Culto Religioso.
En el año 1818, un americano llamado Guillermo Miller comenzó a proclamar que él había calculado la fecha del retorno de Cristo. Este cálculo, según Miller, fue el resultado de 2 años de cuidadosos estudios de la Biblia. Su fuente para la determinación de dicho cálculo fue Daniel 8:12. A su descubrimiento se le bautizó con el nombre: LA PROFECÍA DE LOS 2,300 DÍAS.
Asignando un año por cada día, él creyó que los 2,300 días literalmente representaban 2,300 años a partir de la reconstrucción de las paredes de la cuidad de Jerusalén en el año 457 antes de Cristo. Esto significaba que Cristo regresaría a la tierra a instaurar su Reino alrededor del año 1843.
Antes de continuar con esta fascinante historia, permítanme decirles que el hecho mismo de que una persona anuncie la fecha en que el acontecimiento del regreso de Cristo sucedería, fecha que ni siguiera el mismo Jesucristo sabía, cuando dijo: "Pero el día ni la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solamente el Padre" Mateo 24:36, evidentemente significa que de alguna forma, Dios, actuando misteriosamente, había revelado a un hombre lo que había renegado revelarle ¡a sus ángeles y hasta su propio Hijo!
Sin embargo, es importante recordar que la definición de un falso profeta, con Deuteronomio 18:21, es definida como aquel que anuncia que Dios le ha revelado un misterio o que Dios le ha dado un mensaje y al pasar el tiempo fijado, lo prometido no sucede: "El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar…el tal profeta deberá morir" Deut. 18:20.
¡Pero continuemos! A mí me encantan estas historias de estos americanos, 1800 ó 1900 años después de Cristo, alegando que todos los cristianos, incluyendo a Pablo, Pedro, Lucas, Mateo, Juan, Judas, Cristo…¡en realidad no sabían todo lo que hoy ellos saben!
Miller mantuvo el descubrimiento en secreto por unos pocos años. Pero llegó un tiempo que la espera se hizo demasiado larga y la "verdad" había que proclamarla. Después de todo, todo aquel que no llegara a escuchar la voz y el mensaje de este llanero solitario, mejor dicho, de este marino mercante, se iba a perder de la salvación. El primer mensaje profético de Miller fue en la casa de su cuñado, en agosto de 1831. ¡Sólo faltaban 12 años para el fin del mundo!
El mensaje fue muy bien recibido por los presentes e inmediatamente Miller fue invitado a predicar en varias iglesias locales. En el año 1832 (¡ahora solo faltaban 11 años para el fin del mundo!), Miller publicó su primer escrito relacionado con las profecías. Su éxito no fue tan rotundo como esperaba. Después de todo, había millones de cristianos doctores, profesores, abogados, ingenieros, teólogos, que sabían leer la Biblia y hacer cálculos, quizás mucho mejor que este gringo marino mercante, y para ellos…¿Cómo era posible que ellos no vieran tan claro la "verdad" que veía Miller en las profecías bíblicas?
Pero más tarde Miller conoció a Joshua V. Hilmes (no a Pedro, ni a Mateo), ¡No!, a otro americano, el cual se convirtió en el relacionador público de Miller e hizo los arreglos para que éste hiciera sus predicciones en mítines caracterizados por ser celebrados en "grandes tiendas de campaña". ¿Han visto ustedes en el presente a algún otro grupo religioso celebrar mítines proféticos, de esos que asustan a la gente, en grandes casas de campaña?
Ahora, era apremiante alimentar el deseo del público por saber una fecha exacta. ¡Ellos querían saber lo que ni Jesús sabía! Pues, el señor Miller cedió, y estableció la fecha para el retorno de Cristo: El 21 de marzo de 1843. El día de Año Nuevo Judío.
Inmediatamente se organizó la publicación de un periódico y en tan solo unos meses Miller contaba con miles y miles de adeptos. ¡Fue como una avalancha! Muchos comenzaron a vender sus propiedades en anticipación del "Día". Boston se convirtió en la cede de operaciones del Profeta Guillermo Miller. Los servicios estaban compuestos por personas de todas las ramas religiosas del cristianismo, luteranos, bautistas, católicos, etc. Para el año 1842, no existía un lugar de reuniones lo suficientemente grande para albergar a todos los seguidores de Miller.
Aquí es importante resaltar que Miller y su grupo se reunían a adorar… ¡los domingos! En otras palabras, de alguna forma más misteriosa aún que la forma en la que se descubrió la fecha exacta del día del regreso de Cristo, Dios decidió que hasta personas que le adoraban en DOMINGO, por tanto rompiendo el mandamiento de guardar el Sábado, eran dignos de salvación. ¡Sorprendentemente estos fieles se reunían a alabar a Dios los domingos, e iban para el cielo!
Cuando llegó la fecha, marzo 21 de 1843, todo pasó sin incidente alguno. ¡Cristo no regresó! Días más tarde, después de cientos de artículos de burla en la prensa mundial, Miller admitió que de alguna forma cometió un error en su cálculo. ¡EL PROFETA SE HABIA EQUIVOCADO Y UNA VEZ MÁS EL EVANGELIO QUEDABA DESACREDITADO! Note que Miler no admitió ser un falso profeta, sino que simplemente había cometido un error de cálculo. Esto es sumamente importante en nuestra búsqueda por la identidad verdadera del culto o secta de los Adventistas.
"El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar…el tal profeta deberá morir" Deut. 18:20.
Pero la cosa no quedó ahí. El mismo grupo de descabellados fieles que creyó la primera vez, no tuvo la menor dudas de creer la segunda vez. El 14 de agosto de 1844, un seguidor de Miller llamado Samuel S. Snow anunció que Miller simplemente había calculado mal la fecha, que la fecha de la venida del Señor ocurriría un año y medio más tarde. Snow, ¡UN NUEVO PROFETA! dijo que él había recalculado todo y la fecha verdadera era el 22 de octubre del 1844.
El movimiento religioso cobró más fervor que nunca y la noche del 22 de octubre es lo que encontré definido en la Enciclopedia Británica con el nombre de "El gran chasco". Hasta los seguidores modernos de estos audaces "profetas"- Miller y Snow, orgullosamente hacen alusión a aquel día y sin vergüenza alguna se refieren al "El gran chasco" como si nada.
El Diccionario de la Real Academia Española nos define Chasco de la manera siguiente:
"Burla o engaño que se hace a alguien. Decepción que causa a veces un suceso contrario a lo que se esperaba". (Diccionario de la Real Academia Española, Pág. 251. 1983). Al considerar esta definición recuerden la definición de un falso profeta que Dios nos proporciona en Deuteronomio 18:20.
Después de esta fecha, los Mileritas, a veces llamados también Adventistas, se desbandaron. Pero…un grupo de fieles se quedó con el gusto de ver a Cristo venir a buscarlos EXCLUSIVAMENTE a ellos; A los ESPECIALES; A los que de alguna forma mostrarían ser más especiales que todos los otros cristianos de todas las épocas; Más listos que todos los grandes pensadores del cristianismo desde de su nacimiento y hasta la época… Después de todo, SÓLO ELLOS TENÍAN DERECHO A ENTERARSE DE LA FECHA SECRETA. ¡NADIE MÁS DEBÍA SABERLA, EXCEPTO ELLOS!
"Oid ahora, pueblo necio y sin corazón, que tienes ojos y no ves, que tiene oídos y no oyes - He aquí que (Cristo) viene en las nubes, y todo ojo le verá" Jeremías 5:21… y Apocalipsis 1:7 respectivamente.
Estos seguidores acérrimos continuaban sintiendo que después de las dos falsas profecías, el 1844 tenía algún significado profético. Pues en la mañana del 23 de octubre de 1844, Hiram Edson y otro amigo Milerita se encontraban caminando por un maizal en Port Gibson, New York (no en Jerusalén, o en Galilea), sino en New York, y Edson comenzó a proclamar que había tenido una visión desde los cielos ¡DOS PROFETAS ADVENTISTA MÁS! La visión consistía en que los 2,300 días realmente no producían la fecha en la que Cristo regresaría a la tierra, sino la fecha en la que Cristo había pasado del lugar Santo al lugar Santísimo en el templo que hay en el cielo.
En otras palabras, una de 5 cosas habían sucedido:
1 - O Miller era un falso profeta y en realidad no fue Dios el que le dio la revelación de la fecha del regreso de su Hijo.
2 - O Dios se equivocó cuando le dijo a Miller que el 1843 era la fecha del regreso de Cristo a la tierra.
3 - O Dios se equivocó una segunda vez cuando le dijo a Snow que Miller se había equivocado y que la fecha verdadera no era 1843, sino 1844.
4 - O que el Dios de Miller o el Dios de Snow era un falso dios, ya que andaba diciendo fechas equivocadas a diestra y a siniestra.
5 - O que todos estos charlatanes no eran más que falsantes y "lobos disfrazados de ovejas", los cuales andaban en busca de algo que ni siquiera Cristo sabía… ¡la fecha de su regreso!
El Juicio Investigativo
Cuando la noticia de la visión de Hiram Edson llegó a los oídos de Miller, éste se rehusó tenazmente a apoyarla (noten que en esta versión del Evangelio según los Adventistas existe una carencia total de los nombres tradicionales en los asuntos cristianos: Pedro, Juan, Lucas, Mateo, Santiago, Pablo…). Por lo menos Miler fue honesto y no continuó el jueguito de profeta… pero en el grupo había gente que no aprendería la lección ¡NUNCA!. Los Mileritas necesitaban una salida rápida y poco dolorosa a la desdichada y VERGONZOSA experiencia del 22 de Octubre. ¡En apenas unos meses, casi el mismo grupo de "escogidos" había abierto los brazos a una nueva doctrina!
La casa de Edson se convirtió en la cede de lo que a partir de ese momento se comenzó a llamar Movimiento Adventista (Adventista, porque esperaban el Advenimiento o la llegada de Cristo). Un punto que deseo repetir aquí es que hasta ese momento todos estos "escogidos" habían estado adorando a Dios y a su seguro Salvador, Jesucristo, ¡los domingos!
Fue en una reunión en la casa de Edson que un individuo llamado Joseph Bates introdujo la idea de que en vez de adorar los domingos, el grupo debía comenzar a adorar los sábados ya que él lo había leído en un pedazo de papel viejo que se encontró un día sentado en el parque. El artículo en este papel lo había escrito Thomas M. Preble, un líder de lo que en ese momento se conocía como la Iglesia Bautista del 7mo Día. A propósito, este grupo Bautista del 7mo Día ha desaparecido casi completamente del espectro religioso mundial.
Una persona que forme parte de tan exquisito grupo como el que todavía se reunía en la casa de Edson, no necesitaba ni siquiera abrir la Biblia para leer:
"Por lo tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o los sábados. Todo esto no era más que la sombra de lo que había de venir, la verdadera realidad es Cristo" Colosenses 2:16-17.
"Pues es por gracia que han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios" Efesios 2:9
Una persona que todavía estuviera sentado entre ese grupo compuesto por hombres con una indiferencia total por la autoridad de la Biblia y las enseñanzas del mismo Jesucristo, no había de cavilar al adoptar una nueva doctrina como esta. El hecho es que estos "feligreses" adoptaron la doctrina del sábado como se adopta a un pajarito mojado después de un aguacero. Y… como era de esperarse, ¡una cosa lleva a la otra!
Ahora había que explicar qué rayos entró Jesucristo a hacer en el Lugar Santísimo y qué había estado haciendo en el Lugar Santo.
La Doctrina del Juicio Investigativo
La necesidad de tal explicación fue llenada por un artículo escrito no por Pablo o por Santiago, sino por un americano llamado Crosier. Según este gringo, esta obra de juicio por parte de Cristo consta de 2 partes; a saber:
Desde el día de su ascensión en Lucas 24:51, y hasta el 22 de octubre de 1844, la obra de Cristo fue comparable con el ministerio diario de los sacerdotes del Antiguo Testamento. En otras palabras, el sacrificio de Cristo en la Cruz no resultó ser tan eficiente como se esperaba, porque los pecados habían sido perdonados, pero no borrados de los récords de los pecadores en los archivos del cielo.
A partir del 22 de octubre de 1844 fue cuando Cristo comenzó aquella fase de su ministerio destinada a borrar (con un borrador, por supuesto), los pecados, tal y como lo hacía el Sumo Sacerdote el Día de la Expiación.
Amigo mío, si usted y yo no tuvimos la suerte de nacer alrededor del 1844, usted y yo estamos feos para la foto, a no ser que … ¡creamos en estas asombrosas historietas, y nos asociemos a los Adventistas del 7mo Día!
Según los adventistas, cuando Jesús le dijo al paralítico "Tus pecados te son perdonados", en Mateo 9:5, a Jesús se le olvidó decirle a ese infeliz, "Ahora tus pecados te han sido perdonados, pero cuídate mi hijito…¡que todavía no han sido borrados! ¡Buuu!" En otras palabras, Jesucristo mintió por omisión. La verdad no es la verdad si no se dice completa. Pues si Jesús sabía que los pecados de este infeliz habían sido perdonados, pero no borrados, no hacia más que mentir. Él había dicho la verdad, pero una verdad a medias. Por supuesto, esto es así según los genios adventistas.
De acuerdo con las doctrinas Adventistas, Jesús ahora se encuentra sentado en un escritorio, con un borrador de esos cabezones que antes le daban a uno en la escuela, fajado borrando pecados, o quizás con un corrector de papel, o que sé yo, con una lata de pintura blanca, pintando los libros otra vez para borrar los pecados.
Un problema de colosales consecuencias se presenta:
A raíz de la adopción de esta doctrina la cosa se reduce asombrosamente. Aquí aparece el primer problema del naciente Adventismo del 7mo Día: ¡La puerta estaba cerrada para todos aquellos que no eran del clan adventista! A una muchachita recién llegada al movimiento y llamada Elena, le fue especialmente mostrado (por el mismo dios que se había equivocado en sus informaciones a Miller y a Snow) una nueva visión… se le "mostró que la puerta de la misericordia se había cerrado para todos los que no habían aceptado el mensaje de 1844". Así que el mundo y la mayor parte de los que había en él se quedaron en el lado de afuera de la puerta. ¡En esa pila estamos incluidos usted y yo! Con la excepción de Elena, su esposo, sus hijos, y el grupito de Adventistas que recibieron esta información, todos los demás seres humanos estamos perdidos para siempre.
¡Qué tremenda antítesis se presenta a raíz de esta nueva revelación divina de parte del Padre para esta señora! El pobre Jesús fue enviado al mundo a decir mentiras por el mismo Padre que Elena reclamaba la había mandado a ella a decir que la "puerta de la misericordia se había cerrado para todos los que no habían aceptado el mensaje de 1844". Sin embargo, ponga atención a la siguiente cita:
"Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera vivirá; y todo el que está vivo todavía está vivo y cree en mi, no morirá jamás" Juan 11:25 "Pero estas cosas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él" Juan 20:31.
En otras palabras y según la nueva advenediza al Adventismo Post-Milerista, Jesucristo no sabía lo que estaba hablando cuando reclamaba ser la fuente de salvación en Juan 11:25, ya que ella flagrantemente declara que el pasaporte para entrar al cielo era haber "aceptado el mensaje de 1844…"¡NO EN CRISTO!.
Pero las cosas se complicaron… el tiempo fue pasando y el exclusivismo, que comienza temprano en cualquier plan religioso, despegó enseguida. Se parece a la actitud de "Señor, bendíceme a mí y a mi esposa, a mi hijo Pedro y a su esposa, a nosotros cuatro, y a nadie más". La posición de la puerta cerrada nunca fue realmente aceptada ni por el mismo William Miller, pero circuló entre algunos de los rechazados. Duró oficialmente hasta después de 1850, cuando se abrió una rendijita en la puerta para que pudieran colarse los hijos de los miembros fieles, y más tarde, las esposas y esposos de los que creyeron en la fecha. (Yo debería comenzar a escribir fecha con una F mayúscula, ya que según White, "la Fecha" de 1844, ¡No Jesús!, era la llave de la Salvación.)
Es asombroso ver la forma en que una mentira se extiende y ramifica y se convierte en un pulpo gigantesco que trasciende el tiempo y el espacio. Un día, reunido con un grupo de adventistas, les preguntaba: "Pues si todo esto es así, ¿Creen ustedes que los Evangélicos somos salvos?… Hubo un silencio en el salón y después de unos segundos uno de los ancianos me dijo… "Sí, pero no".
Los Adventistas se refieren a "los que no son salvos." En realidad, en el concepto Adventista, tanto al comienzo como más tarde, virtualmente todo el mundo era o es no-salvo. Pero el primer desatino profético de la Sra. Elena no tardó mucho en comenzar a tener efectos nocivos y la profecía proporcionada por el mismo dios (¡el cual se equivocaba otra vez!), la de la "puerta cerrada," pronto fue abandonada porque los que perdieron el tren en 1844 comenzaron a morirse. Después, los no salvos, aún en nuestro tiempo, vinieron a ser todos los que no hubieran aceptado a Cristo.
Todos los cristianos sabían esto, pero para hacerlo un poquito diferente, y quizás para añadirle encanto, el punto de vista Adventista de no-salvo vino a significar cualquiera que adorara en domingo (católico o protestante); cualquiera que fumara, masticara tabaco, bebiera, fornicara, asistiera a espectáculos públicos, o usara o comiera algo que los Adventistas no usaran o comieran - en general, cualquiera que no fuera oficialmente parte de su espectáculo.
La cosa se puso tan fea que muchos de los familiares de los creyentes comenzaron a quejarse de la profetiza y hasta el esposo de Elena, James, tuvo que aclarar que podría haber una rendija en la puerta, sobre la cual Elena no tenía control. En 1851, James se sintió impulsado a publicar en el Review y Herald (el medio de comunicación adventista), un extenso editorial y decía: "Ningún escritor del Review se ha referido nunca a las visiones de Elena como autoridad sobre ningún punto. Por cinco años, el Review no ha publicado ninguna de ellas." Más tarde el esposo de la Profeta pagaría muy caro su atrevimiento al dudar de la "inspiración divina" de su esposa.
¿Cómo lograr la entrada de nuevos miembros sin desacreditar la profecía de la "puerta cerrada"?
La Teoría del Juicio Investigativo es lo que se llama una espada de doble filo. Esta teoría primeramente explicaba lo que Jesús había entrado a hacer al Lugar Santísimo, mientras validaba la idoneidad de la fecha 1844. Pero por el otro lado y pensándolo bien… no era esta tierra la que había sido separada de la misericordia y estaba a punto de recibir justicia, sino todo lo contrario. Era en el cielo donde la justicia estaba siendo decidida (y la misericordia estaba todavía disponible aquí en la tierra).
Este proceso, por supuesto, requería mucha contabilidad celestial, examinar los registros (usando quizás programas computarizados como Lotus), volver a registrar las obras hechas y las sin hacer, y compilar un vasto número de cifras que necesitarían mucho tiempo para ser totalizadas - de aquí la idea del tiempo de oportunidad. Además, hasta había espacio para las cosas que no habíamos hecho o pensado. Elena había escrito que "seremos tenidos como individualmente responsables por hacer una jota menos de lo que podemos hacer ... Seremos juzgados de acuerdo con lo que deberíamos haber hecho, pero que no llevamos a cabo porque no usamos nuestros poderes para glorificar a Dios... Por todo el conocimiento y la capacidad que pudimos haber obtenido y no obtuvimos, habrá una pérdida eterna". Ahí lo tienen… El Juicio Investigativo; trabajo arduo y tesonero de parte de Dios. ¡Mayor aún que los 6 días de la creación! Este trabajo lleva tanto tiempo que aun no termina, y recuerden que comenzó en 1844, y como Cristo aun esta ocupado haciendo sus quehaceres, esto aún mantiene la puerta abierta para los nuevos creyentes.
En su libro "La mentira de White", el ex-pastor adventista, Walter T. Rea, nos dice que "William S. Sadler, era un médico ampliamente conocido y cirujano de su tiempo, escritor, amigo personal de Elena White, yerno de John Harvey Kellogg, el cual escribió:
Analicemos una personalidad especial…
La construcción psíquica de una profetiza moderna
Cuando la niña Elena tenía nueve años de edad le dieron una pedrada y el golpe fue tan fuerte que la dejó un poco tarada y casi se muere. Quedó desfigurada de por vida. Ella misma dice que quedó "en un sopor" (otra palabra por sumbido en los oídos) por tres semanas. Cuando comenzó a recuperarse y vio cuán desfigurada estaba, quiso morir. Se volvió melancólica y evitaba las compañías. Dijo: "Mi sistema nervioso se postró." En su obra Testimonio para las Iglesias, Elena cuenta su primera experiencia:
"Estaba terriblemente asustada y solitaria, y a menudo aterrorizada por el pensamiento de estar eternamente perdida en el infierno. Pensé que la mía sería la suerte de un pecador condenado y temí perder la razón." Testimonio para las Iglesias. Elena G. White.
Nota: Fíjese bien de la manera en que la misma Elena confiesa su terror ante el infierno. Ahora ya sabe por qué ella misma se encargó de eliminar la existencia del infierno de su grupo religioso. Es mejor ignorar su existencia que enfrentarse a la realidad. Esto mismo lo hizo la fundadora de los Testigos de Jehová. ¿Coincidencia?
Así que aquí tenemos a una adolescente que, desde los trece hasta los diecisiete años, fue "debilucha, enfermiza, sin educación, fácil de impresionar, y anormalmente religiosa". Fue entonces que asistió por primera vez a las conferencias de Guillermo Miller en 1840 (el que puso la fecha de la venida de Cristo, en la que predecía el fin del mundo en 1843 ó 1844). Recuerden que la misma Elena admite tener un terror único por el infierno, ¡quizás porque se sentía excluida del cielo!
Si yo tuviera miedo terrible del infierno y algún día formara una religión, yo también, siendo sabio, excluyera la existencia del infierno de mi religión. ¡Así cualquiera!
"El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar…el tal profeta deberá morir" Deut. 18:20.
Pero después del fraude de Miller, el rebaño se quedó sin un guía. ¡Asi para Elena este era el momento preciso! No pasaron más que unas semanas y Elenita "comenzó a tener revelaciones". Estudios posteriores de los escritos y los hallazgos de Miller muestran que sus alegadas profecías habían sido copiadas de otros anteriores a él. En otras palabras, Miller no había hecho más que plagiar ideas y convertirlas en suyas. Pero su viaje fue corto. Nació en 1805 y lo mataron en 1844.
Pues como decíamos antes, debido a la muerte violenta e inesperada de Miller, se creó un vacío que debía ser llenado por alguno de sus seguidores. Es inmediatamente subsecuente a la muerte de este "profeta" que la Sra. White comienza a tener visiones y a recibir visitas de ángeles. Sin embargo, White no fue la única voz que se levantó diciendo: "Miren, aquí está el Mesías, o Miren, allí está…"Mateo 24:23. ¡No! Aparecieron varias otras voces:
"Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como un ángel de luz" 2 Corintios 11:14
Mary Baker Eddy, la famosa dirigente de la secta religiosa Ciencia Cristiana, también existió durante la mayor parte de la vida de Elena. Pero el problema era que los discípulos de ambas profetizas creían que su profeta era inspirada por Dios y que sus escritos deberían ser usados para interpretar la Biblia. Además el notable Charles T. Russell, el de la Atalaya y los Testigos de Jehová, también vivió durante el tiempo de Elena. Sus seguidores coincidencialmente también creen que ellos son la única iglesia verdadera y que todas las demás son "Babilonia". Los Adventistas se adhieren a esta última parte, pero se consideran a sí mismos como la única verdadera iglesia. Una vez la Sra. Elena comenzó a alimentar la imaginación de su grupo, el cual ya estaba acostumbrado a creer en cualquier cosa que le dijeran, se convirtió rápidamente en la Líder del movimiento Adventista.
ELENA G. WHITE
Y LA INTERPRETACIÓN DE PROFECÍAS BÍBLICAS
Sin duda, una causa importante de la agitación actual en las filas del Adventismo del Séptimo Día es la decepción causada por el hecho de que los acontecimientos considerados como cumplimiento de las profecías del tiempo del fin no condujeron a la Segunda Venida. A fin de cuentas, la iglesia fue fundada por pioneros convencidos de que las profecías se estaban cumpliendo muy rápidamente.
Ahora, mientras los Adventistas se empeñan en comprender más plenamente la Segunda Venida de Cristo, están regresando a las Escrituras para ver si las han entendido correctamente. Estamos convencidos de que las Escrituras, y no nuestros pioneros, por reverenciados que sean, son las que determinan nuestras creencias en cuanto al regreso de Cristo. Este artículo examinará la metodología básica de los expositores Adventistas de los primeros tiempos, las limitaciones de sus comentarios sobre las profecías versículo por versículo, y la adopción por parte de Ellen G. White de conclusiones erróneas.
Los dirigentes Adventistas de los inicios de la iglesia estaban convencidos de que las profecías del tiempo del fin en gran medida se cumplían rápidamente. El terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, el cautiverio del Papa Pío VI en 1798, y la caída de las estrellas en 1833 habían ocurrido en un pasado reciente. Lo que se destacaba aún más, sin embargo, era el hecho de que Turquía quedara reducida a la impotencía en 1840, aparentemente en el día exacto que Josiah Litch había predicho, según su interpretación de Apocalipsis 9. Esto dio un tremendo impulso y una tremenda credibilidad a las predicciones ligadas a 1843-1844. Hasta que esas predicciones fallaron, los acontecimientos de los últimos días ligados a las profecías habían parecido que innegablemente se enfocaban sobre el mundo - como sucesivos disparos de cañón, debiendo sonar el próximo disparo en ocasión del clímax de la historia terrenal.
Los expositores Adventistas pioneros interpretaban el Apocalipsis utilizando un principio de interpretación conocido como método histórico continuo. Empleando esta metodología, centralizaron sus esfuerzos en "seleccionar eventos históricos que pudiesen ser cumplimiento probable de las profecías [de Apocalipsis]"1. El peligro inherente al aplicar este método es que los expositores pueden ser llevados a forzar acontecimientos históricos en un texto sin adecuado soporte. Además de forzar el texto bíblico, esto todavía envuelve una injustificable aplicación selectiva de documentos históricos. Se examinarán dos ejemplos de que eso fue lo que sucedió : (1) Las siete trompetas de Apocalipsis 8:6-9, 21; y (2) La conmoción de los cielos y de la Tierra de Apocalipsis 6:12-17.
Antes de examinar Apoc. 8:6-9, 21, es vital que tengamos una clara concepción del contexto. El sexto capítulo de Apocalipsis trata de la apertura de los siete sellos, de los cuales el sexto nos conduce al tiempo en que los habitantes de la tierra exclaman: "Ha llegado el gran día de su ira [de Dios y del Cordero]".
"Después de esto, vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la Tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (Apoc. 7:1-4).
Nótese que la tierra, los árboles, y el mar no deben ser dañados hasta que el sellamiento haya terminado. El tiempo del verbo "sellar" en el versículo 4 indica que el sellamiento se había completado3. Después de enumerar el grupo sellado, Apoc. 8:1 describe la apertura del séptimo sello. En seguida, en Apoc. 8:7, hay la descripción de las primeras dos trompetas. Aquí, inmediatamente después de haber ocurrido el sellamiento, notamos que la tierra, los árboles, y el mar son afectados. "Y la tercera parte de los árboles se quemó . . . y algo como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitado en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre".
Además, cuando escuchamos la quinta trompeta, vemos que las langostas tienen orden de herir "solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes" (Apoc. 9:4). Queda claro que los acontecimientos de las siete trompetas siguen al sellamiento. Si se habló del sellamiento luego del anuncio de que había "llegado" el día de la ira de Dios, se vuelve virtualmente imposible situar los acontecimientos de las primeras seis trompetas dentro de un segmento de la historia limitado al intervalo entre los años 400 y 1840 A.D.
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* Donald Casebolt era alumno de post-grado de la Universidad de Andrews cuando escribió este artículo. También realizó trabajos de investigación al mismo nivel en la Universidad de Chicago.
Establecida la posición cronológica de las siete trompetas, se debe determinar su extensión topológica. Para eso, es necesario comprender la cosmología bíblica (el estudio de cómo está estructurado el universo). La base para esta cosmología se encuentra en el relato de la Creación. Allí, los primeros seis días están ordenados en dos grupos correspondientes de tres.
Día Evento Lugar
1 Luz/Tinieblas I Cielos
2 Agua/Atmósfera II Mares
3 Tierra/Vegetación III Tierra
4 Cuerpos Celestes I Cielos
5 Mar y Criaturas Marinas II Mares
6 Criaturas Terrestres III Tierra
7 Descanso Sabático
Este esquema de tres divisiones se encuentra por todo el libro de Apocalipsis y en el resto de la Biblia. Pueden mencionarse en diferentes pasajes con ligeras variantes. El texto familiar de Apoc. 14:7 nos ordena "adorar a Aquel que hizo (1) los cielos y (2) la Tierra y (3) el mar y las fuentes de las aguas". Otros textos incluyen Apoc. 15:13; 10:6; y 11:6. Este principio ya está bien establecido en pasajes del Antiguo Testamento que hablan del gran día del juicio de Dios. Por ejemplo, en Sofonías 1:2-3 leemos:
"Destruiré por completo todas las cosas de sobre la faz de la tierra, dice Jehová. Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo y los peces del mar. . ."
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, cuando esos tres ámbitos se mencionan, el propósito involucrado es universal y no puede limitarse a una area geográfica.
Regresando a las siete trompetas de Apocalipsis 8, vemos que la acción allí envuelve todos esos tres ámbitos:
1a Trompeta: Tierra (árboles y hierba verde) 8:7
2a Trompeta: Mar (navíos y vida marítima) 8:8,9
3a Trompeta: (Ríos y fuentes de agua) 8:10, 11
4a Trompeta: (Sol, luna y estrellas) 8:12
Así, no puede haber duda de que el propósito de las siete trompetas es universal, como lo es el propósito de las siete copas - popularmente conocidas como las siete últimas plagas -, que han sido estructuradas de manera semejante.
Sin embargo, cuando se examina la exposición adventista típica4, se descubre que esos principios de estructuración espacial y cronológica fueron pasados por alto enteramente. En vez de eso, por ejemplo, Uriah Smith - en Daniel and Revelation [Daniel y Apocalipsis] - expresa el presupuesto gratuito de que el "sonido de las trompetas . . . viene como complemento de las profecías de Daniel 2 y 7. . . . En las cuatro primeras trompetas, tenemos una descripción de los eventos especiales que señalaron la caída de Roma" (p. 475). No existe base textual ni lógica para esa afirmación, pero una vez hecha, todo lo que resta es que el intérprete encuentre alguna semejanza de unión entre una palabra en el texto y un acontecimiento histórico ocurrido con ocasión de la caída de Roma. El resto del comentario versículo por versículo de Smith con referencia a las siete trompetas revela apenas un esfuerzo así, y un análisis exhaustivo de su interpretación se vuelve innecesario. Un ejemplo o dos son suficientes para ilustrar la superficialidad de las conexiones que él proyecta. Concierniente a la primera trompeta, afirma:
"Los terribles resultados de esa invasión gótica están representados por el 'granizo', derivado del origen septentrional de los invasores; el 'fuego', originado en la destrucción por incendio tanto de la ciudad como del país; y la 'sangre', de la terrible matanza de ciudadanos del imperio por los osados e intrépidos guerreros" (p. 476).
El enlace que él establece entre el granizo y el origen septentrional de los godos es puramente arbitrario, pues todas las invasiones bárbaras descendieron hasta Roma procedentes del norte. Además, es comprensible que virtualmente cualquier invasión a través de los milenios hayan incluído destrucción por el fuego y derramamiento de sangre. Nada existe en el texto que se pueda relacionar específicamente con los godos.
De acuerdo con Smith, es bien claro que la quinta y la sexta trompetas describen el asalto de los sarracenos y los turcos sobre la parte oriental del Imperio Romano. "Es tan obvio, que difícilmente podría dejar de entenderse", declara (p. 493). No obstante, esa declaración es infundada tanto exegética como históricamente.
Vamos a comenzar con una consideración del vocablo griego abussos (abismo) traducido como "pozo del abismo" en Apoc. 9:1. Esta palabra se encuentra en el Nuevo Testamento nueve veces en total. Sólo en dos de esas ocasiones está fuera de Apocalipsis: En Romanos 10:7, donde Pablo cita Deuteronomio 30:12-14 muy inexactamente5; y en Lucas 8:31, donde una legión de demonios en un endemoniado ruega que Jesús no los mande de vuelta al "abismo". De las ocurrencias restantes, sólo cuatro están fuera de Apocalipsis 9. Son: Apoc. 11:7; 17:8 y 20:1, 3.
Después de estudiar todos estos ejemplos, queda claro que en el Nuevo Testamento abussos siempre se refiere a la habitación de los muertos o de Satanás y sus demonios, nunca a una localización geográfica sobre la superfície de la Tierra6. De manera semejante, en sus 35 ocurrencias en la Septuaginta, una antigua traducción griega del Antiguo Testamento, siempre se refiere a una depresión llena de agua debajo de la Tierra o a la morada de los muertos7. Por lo tanto, el argumento de Smith de que abussos "puede referirse a cualquier lugar desolado e inculto" y, en ese caso, "las tierras desconocidas desocupadas del desierto árabe" (p. 498) es enteramente incorrecto. La palabra griega utilizada para desierto, yermo, o tierra semiárida, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento no es abussos, sino eremos. Se encuentra, por ejemplo, en Apoc. 12:6 y Exo. 19:1 s.
Como se menciona más arriba, otra ocurrencia de abussos se encuentra en Apoc. 9:11, donde se emplea la frase "el ángel del abismo". De acuerdo con Smith, ese ángel es el sultán que actuaba como primer ministro del Islam (p. 502). Una vez que se establece abussos no puede referirse a los desiertos de Arabia, el ángel del abussos difícilmente podría ser el sultán turco. La verdadera identidad de ese ángel es en verdad bien evidente. El mismo ser angélico se encuentra en Apoc. 20:1-3, o sea, Satanás, el destructor que es lanzado al abismo. Él es el rey de los demonios, y como tal, reina sobre ellos en su reino. Mientras en Apoc. 9:1 tiene permiso para tener la llave que abre el abismo - y entonces abre el abismo y permite que salgan el humo y las langostas destructoras - en Apoc. 20:1-3 la autoridad y la libertad de acción simbolizadas por esa misma llave le son quitadas. Él es la estrella de Apoc. 9:1 que fue lanzada a la tierra, como claramente lo demuestran los paralelos bíblicos. Por ejemplo, en Apocalipsis se encuentra una guerra en que participan el dragón y sus ángeles (Apoc. 12:7-9, 12, 13). Aquí el dragón es lanzado hacia bajo, a la tierra, tal como la estrella de Apoc. 9:1 cae a la tierra. En Lucas 10:18, Jesús ve a Satanás caer como relámpago del cielo. Isaías 14:12 dice: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!".
Una vez que se ha demostrado que abussos no puede ser equiparado con las "desconocidas tierras desoladas de Arabia", y que la llave no fue la "caída de Chosroes" (p. 495), que el ángel del abussos no era el sultán, y que la estrella del cielo que cayó sobre la tierra no puede ser Mahoma o la religión del Islam - como da a entender Smith - no queda base textual para una identificación de la quinta trompeta con el mundo musulmán.
Ni puede justificarse la interpretación de Smith con una perspectiva histórica. Eso se vuelve evidente con el examen de cómo él, siguiendo a Josiah Litch, llega a un punto de partida para el período de cinco meses de Apoc. 9:10. Según él, ese perodo debe comenzar cuando el "rey" de Apoc. 9:11 inicia su regencia. Él afirma que "desde la muerte de Mahoma hasta cerca del fin del siglo diecisiete, los musulmanes estaban divididos en varias facciones bajo varios líderes, sin ningún gobierno civil general que incorporase a todos ellos". Smith da a entender que esa situación cambió con la llegada de Otmán.
Eso es incorrecto por varias razones. Primeramente, en el año 1299, Otmán estaba lejos de reinar sobre "todas las principales tribus musulmanas" (p. 502). Su dominio entonces apenas alcanzaba una décimoquinta parte de lo que es ahora la moderna Turquía, y no fue sino hasta entre 200 a 250 años más tarde que se podría decir que la dinastía que él fundó dominaba a "todas las principales tribus musulmanas". No fue sino después de 1566 cuando el imperio otomano pasó a controlar una parte de Arabia, por ejemplo. En segundo lugar, había un "gobierno civil general" sobre el mundo islámico entre el tiempo de la muerte del profeta Mahoma y el año 1300. La dinastía omíada, que duró de 715-750 A.D., reinó sobre un imperio más extenso de lo que el gobierno otomano jamás lo hiciera9.
"Los omíadas pueden con justicia reclamar un capítulo de gloria, no superada por ningún otro imperio en la historia humana. Cuando el poder de los omíadas alcanzó su auge en 1715, el imperio árabe se extendía desde la frontera china hasta el Océano Atlántico, desde Francia hasta los límites de la India moderna, y desde el Mar Caspio hasta Nubia"10.
Así, tanto exegética como históricamente, la base integral para el inicio de los cinco meses en el año de 1299 con Otmán, carece de fundamento. Siendo éste el caso, las fechas derivadas de 1449 y 1840 quedan automáticamente desvirtuadas y no merecen ninguna discusión adicional. Aún así, se destacarán algunas dificultades relevantes dentro de ellas.
El soporte histórico de Smith para la fecha de 1449 es el hecho de que, en ese tiempo, un sultán turco apoyaba a Constantino, uno de los hijos del emperador fallecido, para sucederlo (p. 506-507). Smith interpreta esto como una sumisión voluntaria de la independencia del imperio de Bizancio. Con todo, por algún tiempo antes de eso, los turcos habian mantenido una fuerte influencia en la política interna de Bizancio. A partir de 1373, Bizancio fue "un estado vasallo de los turcos, obligado a pagar tributo y a proporcionar asistencia militar al sultán otomano". Por definición, los vasallos no son independientes. De la misma manera, Juan Catacuzenos fue hecho emperador en 1346, durante una guerra civil, solamente con el auxilio de las tropas turcas11.
La fecha de 1840 representa problemas de naturaleza tanto exegética cuanto histórica. Exegéticamente, la hora, el día, el mes, y el año de Apoc. 9:15 se refieren a un punto en el tiempo, antes que un período de tiempo. En otras palabras, el momento en particular en que los cuatro ángeles en el Eufrates deben ser liberados. La traducción de la Biblia de Jerusalén ilustra esto más claramente: "Esos cuatro ángeles habían sido puestos allí, listos para esta hora de este día de este mes y de este año, y ahora fueron liberados para destruir la tercera parte de la raza humana "12.
Históricamente, la elección de 1840 para señalar el fin de la independencia turca es dudosa. Ya en 1808, el imperio otomano se encontraba en una condición deplorable, pero aún después de 1840, todavía tenía más territorio del que tenía en 1449. Además, Turquía todavía existe como un estado moderno, no habiendo perdido nunca su independencia.13 Siendo que cualquiera en los idos de 1830 podía ver que el imperio otomano estaba en seria decadencia, y dada la licencia que Litch se permitió para ajustar fechas y acontecimientos dentro de ese esquema histórico-profético, no es de admirarse que él "predijese" con éxito el final de la "independencia" turca.
Smith interpretó incorrectamente Apoc. 6:12-17 en el sentido de que predecía el terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, y la lluvia de meteoritos de 1833. Para entender correctamente este pasaje, hay que entender los conceptos del Antiguo Testamento que el Revelador empleó. El concepto clave del que se valió se expresa mejor en la frase del Antiguo Testamento "el día del Señor".
Amós, escribiendo a mediados del siglo VIII A.C., es el primero a utilizar esa expresión. El caracteriza "el día del Señor" como un día de tinieblas, cuando Dios hará "que el sol se ponga al mediodía" y la Tierra se estremezca (Amós 5:18-20; 8:8,9). Muchos otros escritores del Antiguo Testamento desarrollan ese concepto vívida y extensamente (Sof. 1:14-16; Eze. 32:7, 8; Jer. 4:19-25; y Joel 1:15-20; 2:2, 10, 30, 31; 3:15). Todos esos textos deben ser leídos, toda vez que solamente Isaías 13:9a, 10-11a, 13a pueden ser citados íntegramente aquí.
"He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira. . .
Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer y la luna no dará su resplandor.
Castigaré al mundo por su maldad. . .
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar...."
A lo largo de todos esos textos hay acontecimientos y cambios detallados. Por ejemplo, en Amós 8:8,9, se dice que el sol se pondría "al mediodía", y en Isaías 13 se dice que el sol se oscurecerá al nacer, al paso que otros textos todavía presentan al sol como oscurecido por las nubes. Claramente, es imposible una interpretación correcta de tales detalles. No obstante, el punto básico de todas esas descripciones es comprensible. Primeramente, el evento descrito es un hecho cósmico, no local. Describe un colapso fundamental de todos los poderes terrenales y cósmicos. En segundo lugar, como queda implícito en la expresión "día del Señor", el evento es breve, no extensivo. Ocurre en un punto a lo largo de un período de tiempo. En tercer lugar, es un día de ira y de juicio.
Apoc. 6:12-17 concuerda con precisión. En los versículos 15-17 el día es caracterizado como de ira. Los versículos 12-14 revelan la naturaleza cósmica del evento. Todos los (1) cuerpos celestes son estremecidos en los versículos 12b-14a, y los montes de la (2) tierra y las islas del (3) mar son estremecidos en los versículos 12a y 14b. Por fin, no hay interrupción en la acción a lo largo de todo el pasaje. Se trata de un evento único (no extensivo) y singular (no repetitivo) de principio a fin. En este punto, sería bueno releer Isaías 13:6-13 por entero. Allí no encontramos un terremoto ocurriendo en cierta ocasión en cierto lugar, y después en otro lugar, y más tarde todavía, el sol y la luna siendo afectados en otro lugar, y, por fin, todavía posteriormente las estrellas siendo estremecidas. En vez de eso, tal como en Apoc. 6:12-17, Isaías hace una descripción polifacética de un acontecimiento. La noción popular entre los Adventistas del Séptimo Día de un intervalo de tiempo entre todos esos eventos, y un intervalo particularmente grande entre los versículos 13 y 14, es meramente una suposición añadida al texto.
Así, desde un punto de vista puramente exegético, el terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, y la lluvia de meteoritos de 1833 no corresponden al evento mencionado en Apoc. 6:13-17. De manera similar, esos eventos no se ajustan a la profecía desde el punto de vista histórico y científico.
En una serie de tres artículos (22 de Mayo, 29 de Mayo y 5 de Junio de 1980) que se publicó en la Adventist Review, Merton E. Sprengel demostró concluyentemente que el Día Oscuro del 19 de Mayo de 1780 tuvo por causa el humo originado en grandes incendios forestales en Nueva Inglaterra en combinación con un frente frío oscuro que cruzaba el área. Además, si alguien examinara la extensión de la oscuridad en un globo terráqueo, es claro que el área cubierta fue virtualmente una porción mínima de la superficie terrestre, y ciertamente no el evento cósmico descrito en Apocalipsis 6. En el Collegiate Quarterly de Abril-Junio de 1980, pp. 71, 72, el mismo autor señala que la lluvia de meteoritos de Noviembre de 1833 de manera alguna constituyó "un evento singular". De hecho, es una ocurrencia regular que se da cada 33 años y 1/4, con archivos que se remontan a al año 902 A.D.
En el pasado, se habló mucho de la lluvia de meteoritos de 1833 como la mayor de la historia. LeRoy Froom, por ejemplo, tiene un gráfico en que compara algunas lluvias de meteorito recientes. Allí él enumera las leónidas de 1833 en una proporción de 60,000 meteoritos por hora, mientras que la próxima lista de mayor intensidad es la de las jacobíniadas de 1933, con apenas 15,000 meteoritos por hora14. Por cuanto las técnicas precisas para contar meteoritos apenas se han desarrollado recientemente, habiendo alcanzado un considerable progreso desde 1833, las descripciones de registros antiguos recuerdan fuertemente los relatos populares de la "lluvia de estrellas" que se encuentran en la literatura Adventista.
Por ejemplo, en relación con la lluvia de meteoritos de 902 A.D., los archivos árabes dicen que "un número infinito de estrellas fue visto durante la noche, esparciéndose como lluvia a la derecha y a la izquierda". Después, cuando se observó el mismo sistema en en año 1202 A.D., se dice que los meteoritos "volaban los unos contra los otros, esparciéndose como una nube de langostas "15. Así, no hay razón inherente para suponer que la "lluvia de estrellas" de 1833 haya sido mayor que cualquier otra cosa de su género vista hasta entonces. Hay evidencia aún más exacta y positiva de que la "lluvia de estrellas" de 1833 fue superada. Los relatos científicos de la precipitación de las leónidas de 1966 indicaban niveles de hasta 150,000 por hora, o 2 1/2 veces el nivel de la precipitación meteorítica de 1833, según los datos calculados por Froom. En resumen, tanto la lluvia de meteoritos de 1833 como el Día Oscuro de 1780 tienen causas naturales, y no sobrenaturales, como se cree comúnmente.
Pero, como insisten algunos pensadores Adventistas del Séptimo Día, "el hecho de la oscuridad, no su causa, es lo que viene a ser significativo". Ellos admiten, un poce de mala gana, que el "Día Oscuro puede tener su origen en causas naturales" (énfasis mío)17. Sin embargo, como revela una carta al editor, a la persona promedio en la congregación probablemente le es todavía más difícil admitir la idea de una causa natural.
Es muy difícil para mí creer que Ellen White y sus asociados, como S. N. Haskell y otros a quienes oí predicar, estuviesen equivocados al pensar que el evento fue sobrenatural en provecho de su causa18.
Sea como fuere, parece bien claro que la gran mayoría de los pioneros Adventistas del Séptimo Día creían que el Día Oscuro y la Caída de las Estrellas tuvieron causas sobrenaturales. ¿Por qué? Ambos acontecimientos, aunque no eran sobrenaturales, ciertamente inspiraban atención reverente, y las personas profundamente impresionadas con el libro de Apocalipsis naturalmente pensaban en Apoc. 6:12-17. También, la falta de conocimiento de parte de esas personas en cuanto a la naturaleza de las lluvias de meteoritos e inversiones térmicas las llevaba a atribuir esos "extraños" fenómenos a una causa sobrenatural, de modo semejante al que pueblos primitivos pensaban de los eclipses solares. Finalmente, y tal vez lo más importante, es que originalmente se pensaba que Apoc. 6:12-17 requería un evento sobrenatural para su cumplimiento, lo que de hecho es verdad. Difícilmente podrá haber una forma más impresionante de expresar la idea de que cuando el Día del Señor llegue, la naturaleza como un todo, en un momento único, experimentará tal alboroto como nunca ocurrió en la historia, incluyendo el diluvio de Noé. Así, los argumentos apologéticos - basados en una concientización posterior de que los acontecimientos de 1780 y 1833 no eran sobrenaturales y que, no obstante, buscan interpretar esos acontecimientos como cumplimiento de las profecías - son tan incoherentes como irónicos.
Otro argumento presentado en apoyo al significado del Día Oscuro de 1780 se refiere al tiempo. Se argumenta que Cristo predijo que "el sol se oscurecerá" antes del fin del período de 1260 años en 1798, pero después de que la persecución hubiera terminado, lo que probablemente ocurrió alrededor de 1755 (énfasis mío)19. Este argumento carece de solidez porque interpreta el texto inconsistentemente. La lluvia de meteoritos de 1833 ocurrió fuera del período de 1755-1798. Con todo, la frase "en aquellos días, después de aquella tribulación", interpretada coherentemente, se aplicaría tanto al oscurecimiento del sol y de la luna como a la caída de las estrellas.
No queda duda de que el libro de Uriah Smith, Daniel and Revelation, tenía -- y continúa teniendo -- un gran impacto sobre los conceptos de los Adventistas con respecto al Día Oscuro de 1780, la lluvia de meteoritos de 1833, y la "interpretación musulmana" de Apocalipsis 9. Sus comentarios, en gran medida compuestos de citas, están llenos de declaraciones subrayando el caracter no natural del Día Oscuro de 1780. Smith lo clasifica como "el asombroso oscurecimiento del sol". Una de las autoridades que él emplea declara: "No se conoce la verdadera causa de ese impresionante fenómeno" (p. 443). En un artículo de la Review and Herald de 1862, Smith afirma que la lluvia de meteoritos de 1833 "no puede explicarse según principios naturales y científicos" sino que tuvo lugar por "la acción independiente y directa del poder omnipotente".
La Sra. White se hace eco y también enfatiza las interpretaciones de Smith y de Litch. En su discusión del Día Oscuro, también compuesta en gran parte de citas, se encuentran estas afirmaciones: "El día oscuro del 19 de Mayo de 1780 permanece casi solo, si no enteramente, como el más misterioso y todavía inexplicable fenómeno de su especie. . . . . . . . La oscuridad fue sobrenatural". La cita siguiente fue utilizada tanto por Smith como por la Sra. White21:
En ese tiempo, no pude dejar de pensar que, si todos los cuerpos luminosos en el universo hubiesen sido envueltos en sombras impenetrables, o dejado de existir, la oscuridad no podría haber sido más completa.
Inmediatamente después de esta cita, la Sra. White utilizó la siguiente cita empleada por Smith y la hizo más enfática. Como la citó Smith:
En la noche. . . tal vez nunca hubo más oscuridad desde que los hijos de Israel dejaron la casa de esclavitud (énfasis mío).
La Sra. White amplifica: "Desde los tiempos de Moisés, jamás se registró ningún período de oscuridad de igual intensidad, extensión, y duración ".
En su único párrafo sobre el Día Oscuro que no es paráfrasis o cita, la Sra. White observa que un cuarto de siglo antes de 1798 la persecución papal había "terminado casi por completo" y que el Día Oscuro del 19 de Mayo de 1780 representó un "impresionante" cumplimiento de la predicción de Cristo. Al tejer comentarios sobre Mat. 24:29 relativos a la caída de las estrellas, afirma: "Esta profecía tuvo impresionante y declarado cumplimiento en la gran lluvia de meteoritos del 13 de Noviembre de 1833". En referencia la "exposición musulmana" de Apoc. 9, ella declara que "en el año de 1840 otro impresionante cumplimiento de la profecía despertó vasto interés", y dice más: "El acontecimiento [Turquía poniéndose bajo el control de las naciones cristianas] cumplió con exactitud la predicción"23.
La conclusión siguiente, pues, se establece por la evidencia presentada. La detallada exégesis de Apoc. 8:6-9:21 y 6:12-17, tanto de Litch como de Smith, es textualmente errónea, y de modo más obvio, en sus traducciones griegas, tanto histórica como científicamente. Además, es evidente que la Sra. White se hizo eco y subrayó sus conclusiones fundamentales. La extensión e intensidad de su dependencia en ese caso no es tan obvia como cuando parafrasea un solo historiador para un capítulo entero, o discurre sobre un tópico especializado como los valdenses; pero ella de hecho se equivocó al tomar prestadas exposiciones proféticas erróneas. De ese hecho resultan implicaciones importantes para el papel que los escritos de Ellen White jugaron en el establecimiento de posiciones doctrinarias.
Al tratar de entender la perspectiva bíblica de la Segunda Venida, los Adventistas no tienen otra alternativa que la de examinar las Escrituras por sí mismos. Lo mismo que la Sra. White, los Adventistas tendrán que evitar adoptar la posición de los mormones en cuanto a Joseph Smith y la de los cristianos cientistas con respecto a Mary Baker - de que la Biblia como la interpreta nuestro profeta no es nuestro patrón de fe y práctica.
Los adventistas no pueden evitar emitir juicios en cuanto a si las conclusiones de sus pioneros están en armonía con una exégesis precisa de la Biblia, pues la Escritura no puede ser superada por una apelación a la autoridad trascendente de Ellen White.
El Mundo de Ellen G. White
y el Fin del Mundo
Mientras enseñaba en el Unión College, fui invitado a predicar el sermón del sábado en Marysville, Estado de Kansas. Preguntando el sábado por la mañana en aquella ciudad de 3,500 habitantes por la ubicación de la iglesia, fui dirigido sucesivamente a un Salón del Reino, después a un templo mormón, y de ahí a un salón de reuniones de la Asamblea de Dios. En las ciudades norteamericanas más grandes, las personas no son más conscientes de quiénes somos. ¡Los neoyorkinos, que en una proporción de uno de cada veinte han oído hablar de los Adventistas del Séptimo Día, nos elogiaran por el bello coro de Salt Lake City! [N.T.: Con esto, el autor indica la confusión que tienen, pues dicho coro en la referida ciudad es el de los mormones]. Un público que sabe tan poco sobre nuestra identidad difícilmente se sentirá amenazado por los Adventistas. Donde somos bien conocidos - generalmente debido a nuestras escuelas u hospitales comunitarios - disfrutamos de una creciente respetabilidad, y difícilmente seríamos clasificados como blancos potenciales de una persecución religiosa. A veces les parece increíble a los Adventistas que sus vecinos norteamericanos vayan a perseguirlos violentamente hasta las montañas. Y éste es sólo un aspecto de nuestra escatología.
Como en la escatología de Ellen White el americanismo encaja fuera de América (toda referencia a América quiere decir los Estados Unidos de América), ¿de donde salió? El mundo, lógicamente, incluye ahora mucho más de lo que abarcaba la "Cristiandad" del tiempo de Ellen White. Incluye a los no occidentales y los no cristianos. ¿Podemos esperar, solamente como ejemplo, que el "mundo entero" que se maravillará delante de la bestia del papado incluya a los chinos maoístas y a los rusos soviéticos? ¿Cómo pueden los adventistas, equipados con informaciones "secretas" sobre el desarrollo de una bestia del siglo XIX, detectar e identificar a sus enemigos del siglo XX con su armamento moderno y más sofisticado?
Dentro de la sociedad norteamericana contemporánea, el sabadismo simplemente no es un tema de debate nacional que polarice los principales partidos políticos, como ocurría con el electorado del siglo XIX. Para la mayoría de los norteamericanos, para no hablar de los pueblos de otras culturas, el día religioso de descanso realmente no es en absoluto un tema de preocupación. ¿Cómo, entonces, puede el sábado del séptimo día convertirse en la cuestión final de nuestro tiempo, y la base sobre la cual la humanidad decidirá su destino?
Mucho de la comprensión Adventista del fin del mundo se deriva de Ellen White. El creciente interés por el análisis exegético, histórico y teológico de sus escritos señala el hecho de que ahora sentimos nuestra distancia cultural de la Sra.White, y de que necesitamos esos temas de la erudición para apreciarla. En sus bien vividos 87 años (1827-1915), Ellen White virtualmente personificó el período protestante de la cultura norteamericana, y sus escritos ofrecen una perspectiva de todas las cuestiones y eventos relevantes de la época.
Realmente, en el siglo XIX se requería poca fe en Ellen White como profetisa para creer en el escenario escatológico de ElConflicto de los Siglos. El libro fue escrito para un público no Adventista, y muchos de sus argumentos eran familiares para los evangélicos de esa época. En el siglo XX, se requiere la creencia en Ellen White como profetisa antes de poder aceptar muchas de las particularidades de su escatología. Es necesario tomar su palabra para esto - por fe - de un modo que no era necesario 100 años atrás.
A semejanza de otros profetas, Ellen White hacía básicamente comentarios y protestas contemporáneas. Para Ellen White, profetizar no era tratar de ver el futuro remoto en un globo de cristal. Su mensaje se revelaba como motivador para tanta gente porque enfocaba cuestiones y eventos de su época y pronunciaba un juicio profético sobre ellos. Ella predicaba el fin inminente del mundo que la rodeaba. El desmoronamiento del protestantismo resultaría en el Apocalipsis. El fin de su era traería el fin del mundo. Así, Ellen White permanece como una figura "del otro mundo" para nosotros, no sólo por su intensidad espiritual, sino también porque ella era de la composición de ese otro mundo, la América Victoriana.
Lo que a los victorianos les parecía diferente con respecto a su época era el cambio. Todo período histórico experimenta cambios, pero los victorianos constituían la primera generación que los percibía y describía su época como una era de transición. Las "tinieblas" de la Edad Media habían sido deshechas. La bestia del Catolicismo Romano había recibido la "herida mortal" con ocasión de la Revolución Francesa. Los avances intelectuales y tecnológicos modernos tuvieron un profundo impacto sobre todos. Esos impresionantes avances eran considerados "señales de los tiempos", indicando un cambio, no sólo del pasado hacia el futuro, sino también de este mundo hacia el otro. Así floreció el milenarismo. En contraste con la frecuente actitud de indiferencia a los cambios en el siglo XX, los protestantes victorianos, como Ellen White, interpretaban su tiempo de cambios nada menos que en términos escatológicos. Los inmensos avances en su mundo señalaban que el mundo estaba a punto de terminar.
La época de transición produjo dudas e incertidumbre entre los victorianos. Viejos dogmas eran puestos en duda. La misma idea de los credos demostró ser impopular para muchos. No obstante, los victorianos permanecieron confiados en que la "Verdad" podía garantizarse. La ciencia y la religión eran vistos como un todo armonioso, especialmente en el período victoriano inicial. La religión verdadera podría soportar cualquier investigación, incluso el escrutinio de la verdadera ciencia. Aunque los victorianos descartaban los viejos dogmas como superstición, todavía creían en absolutos. La línea de fuerte racionalismo en Ellen White y otros pioneros Adventistas, la seguridad de que la verdad - la Verdad - podría ser buscada y encontrada, se reveló como típicamente victoriana, y permanece como legado victoriano entre los Adventistas hasta nuestros días. En la sociedad en general, sin embargo, el surgimiento de ciencias como la antropología, la sociología, y la historia garantizaba la certeza victoriana sobre la posesión de la "Verdad".
Lo que hizo la América del siglo XIX tan religiosamente diferente de nuestro tiempo y lugar es el hecho de que entonces todavía se podía describir como la "América Protestante". En su libro A Christian America: Protestant Hopes and Historical Realities [Una América Cristiana: Esperanzas Protestantes y Realidades Históricas], Robert Handy registra el esfuerzo de evangélicos para hacer de América una "nación cristiana", que para ellos significaba una "América protestante".4 Handy opina que en un altísimo grado los protestantes realmente alcanzaron esa meta, y en 1892 la Corte Suprema pudo hablar de América como una "nación cristiana". Handy continúa argumentando que la América de la década de los 30 dentró en una era post-protestante.
Bajo una perspectiva diferente, William Clebsch llega a la misma conclusión.5 Demuestra que la política, la educación, la moralidad y la nacionalidad norteamericanas eran antes los impulsos religiosos de una "América sagrada", aunque llegasen a la materialización "fuera del templo", en el ámbito de una "América profana". Por ejemplo, lo que acostumbraba ser un sistema de educación pública "protestante", con el McGuffey Readers como un tipo de catecismo presbiteriano, ahora funciona como una institución post-protestante. Como profetisa del siglo XIX, Ellen White presupone la América protestante y sagrada de su tiempo. En The Great Controversy Between Christ and Satan: The Conflict of the Ages in the Christian Dispensation, [El Gran Conflicto Entre Cristo y Satanás: El Conflicto de los Siglos en la Dispensación Cristiana], ella esbozó el papel de la América Protestante en una "dispensación cristiana".6
La desoficialización de la religión y la separación de la Iglesia y el Estado llevó a los protestantes (en la era evangélica del siglo XIX) a cristianizar la América mediante la persuasión, antes que por medio de la coerción. La época posterior a la Guerra Civil no fue solamente un período de mentalidad defensiva y de reatrincheramiento de los evangélicos en presencia de la evolución de la alta crítica bíblica y de cambios sociales e industriales. Los evangélicos también tomaron la ofensiva en las notables y notorias cruzadas por la observación del domingo y la Ley Seca (en el original "prohibition" [ley de los años 30 prohibiendo fabricar y vender bebidas alcohólicas en los Estados Unidos), como el comienzo de su tentativa de cristianizar la civilización americana. Cuestiones de moralidad personal, tales como la deshonestidad, las malas palabras, los juegos de azar, el bailar y el fumar, también preocupaban a las iglesias protestantes. El impresionante éxito de ese esfuerzo por cristianizar, o realmente convertir en protestante, la vida americana no fue saludado con entusiasmo por todos. En vista de que los protestantes estaban comprometidos con el principio de la libertad religiosa y del método voluntario, no se dieron cuenta de cuán coercitivo parecía su empeño de convertir a la América cristiana a los que, como los inmigrantes católicos, no compartían enteramente sus opiniones. En verdad, los católicos de la época, y no los Adventistas, eran el verdadero objeto de la intolerancia protestante.
Ellen White veía al Adventismo como un remanente del protestantismo, un protestantismo no adulterado. En su opinión, lejos de ser no protestantes, los Adventistas eran super-protestantes. En los siglos XVIII y XIX, la historia era un vehículo popular para transmitir ideas teológicas, y El Conflicto de los Siglos es un ejemplo de ese género. El libro celebraba la concretización de la separación Estado-Iglesia en América como un legado del protestantismo, y mostraba una predisposición protestante por la estricta observancia del sábado, la temperancia, la ley, el orden y la moralidad. La profetisa adventista discrepaba con los evangélicos del siglo XIX sobre cuál sábado debía ser observado estrictamente sólo porque buscaba desarrollar plenamente la lógica del protestantismo basada en la Biblia. Además, ella protestaba contra las medidas coercitivas para imponer la observancia del domingo como un desvío de la libertad religiosa. La escatología de la Sra. White, por lo tanto, anticipaba que el sueño evangélico de convertir a América en protestante tendría exito de un modo opresivo con respecto al llamado sábado [día de reposo] cristiano. Esa empresa de la América protestante realmente extinguiría el espíritu del protestantismo en aquella nación y detonaría el Apocalipsis.
En el siglo XX, entretanto, los cambios en la situación religiosa convirtieron el esfuerzo para "protestantizar" a América en una posibilidad más y más remota. En la década del 30, el esfuerzo voluntario para mantener a América protestante fracasó, como lo muestra el fracaso de la Ley Seca. El "sistema" protestante del siglo XIX, que en el mejor de los casos solamente toleraba grupos minoritarios, conoció una "segunda desoficialización". El resultado fue el pluralismo religioso de una América protestante-católica-judía, o un patrón más variado que podría entenderse como que incluía a los secularistas.
Hay todavía los Don Quijotes protestantes, sin duda, que atacan molinos de viento, y esperan reintroducir el código y las ceremonias de tiempos más que pasados. Muchos de los problemas tratados bajo el título de cuestiones del Estado y la Iglesia son residuos de la América protestante de otros tiempos. Las leyes relativas al cierre de establecimientos los domingos, por ejemplo, son en gran parte una herencia de las épocas evangélica y puritana de la historia americana. La oración y la lectura de la Biblia en escuelas públicas con base en la filiación religiosa, y otras numerosas cuestiones, son realmente anacronismos que quedan de una era protestante. Handy escribe: "Desde 1935, el debate sobre la relación del Estado y la Iglesia se ha nublado muchas veces por no reconocer claramente que la era protestante de la historia americana había llegado realmente a su fin. Si algunos protestantes continúan pensando y trabajando como si la identificación de su religión y la civilización americana todavía fuera posibles, o que con un poco más de esfuerzo América se convertiría en una nación cristiana según sus términos, se verán seriamente perjudicados en el desempeño de un papel creativo para el bien humano que un movimiento religioso puede ejercer en una situación cultural moderna".7
En la medida en que las realidades históricas apelen a una revisión de las aspiraciones protestantes, también afectan las preocupaciones Adventistas. Pues si es verdad que los protestantes no pueden ya esperar "protestantizar" a una América pluralista, si la legislación dominical como la busca la "derecha" (WASP en el original, como referencia a "White, Anglo-Saxon Protestant" [protestante blanco, anglosajón], como se caracteriza el segmento conservador y de derecha en la sociedad americana) a escala nacional, no es más probable, decimos, que la Ley Seca nacional, entonces los Adventistas necesitan comprender su escatología a la luz de nuevas realidades.
Nuestra América pluralista y más secular simplemente no se entromete en cuestiones teológicas de una América protestante anterior. "Cada sociedad operante", señala Robin M. Williams Jr., "tiene en gran medida una religión común. La posesión de un conjunto común de ideas, rituales y símbolos, puede proporcionar un sentido supraconfesional de unidad, lo mismo que en una sociedad llena de conflictos". Williams comenta además que "los hombres están siempre inclinados a ser intolerantes en cuanto a la oposición a sus valores centrales definitivos". En la América del siglo XIX, las cuestiones del día de reposo, juntamente con la temperancia, la moralidad y un sinnúmero de otras preocupaciones protestantes, correspondían a la religión americana común". Y en ese punto es donde los protestantes se inclinaban "a ser intolerantes en cuanto a la oposición".8
Por otro lado, en el siglo XX, Will Herberg nos dice que "nadie que conozca algo sobre la situación religiosa de este país se inclinaría a decir que los americanos son intolerantes de las creencias, patrones, o enseñanzas de las religiones que reconocen "oficialmente" como suyas. Los americanos se sienten orgullosos de su tolerancia en cuestiones de religión: Se espera que las personas 'crean en Dios'; pero, por otro lado, no se supone que la religión sea una base para 'la discriminación'".9 En nuestro tiempo, la ideología política contemporánea, en lugar de la ortodoxia religiosa tradicional, es capaz de envolver los "valores centrales definitivos" de una persona. Los "herejes" de hoy no son tanto los grupos religiosos, como los comunistas, los pacifistas, los grupos étnicos minoritarios o los homosexuales. Los grupos religiosos, como tales, no son perseguidos como chivos expiatorios, ni siquiera en tiempo de crisis y desorden nacional. Las preocupaciones religiosas, como la observancia del día de reposo, no son vistas como vitales para el destino nacional.
Bien, lo contrario de eso fue casi lo que sucedió en una América protestante. Josiah Strong, bien conocido congregacionalista y contemporáneo de la Sra. White, proporciona una visión sobre el pensamiento de aquella época. Escribió un best-seller titulado Our Country: Its Posible Future and Present Crisis [Nuestro País: Su Posible Futuro y la Crisis Actual] para recoger fondos en apoyo a la American Home Missionary Society a la que servía como presidente.10 En el libro, describía la América de mediados del siglo XIX en una crisis actual. La mayor parte de los peligros que perturbaban a Strong amenazaban de una manera u otra al protestantismo anglosajón sobre el que, argumentaba él, se sostiene, no solamente la esperanza de América, sino también la del mundo. La nueva inmigración era el gran peligro, porque superpoblaba al país con católicos, y eso afectaría tanto religiosa como étnicamente a los fundamentos de la civilización americana. Strong se preocupaba por la posibilidad de que el Papa llegara a poseer a América y convertirla en católica. El influjo de inmigrantes católicos abriría una caja de Pandora de intemperancia, una descuidada observancia del día de reposo, crecimiento urbano y, entre ex-católicos, el socialismo y la anarquía.
Strong creía que la vasta acumulación de riquezas y las resultantes tensiones entre el trabajador y el patrón causarían un problema adicional. El agotamiento de las tierras públicas y la desaparición de la América rural lo preocupaban, como también el modernismo del oeste. Enlazando el destino de América con el futuro de la civilizacion, declaró: "Mi apelación no es: Salven a América para beneficio de América, sino: Salven a América para beneficio del mundo".
Ellen White describió la crisis americana de modo muy semejante a la de Strong. Según la Sra. White, los americanos estaban siendo polarizados por las mismas fuerzas que Strong había identificado en Our Country: Temperantes e intemperantes, capital y trabajo, habitantes rurales y urbanos, republicanos y anarquistas, católicos y protestantes. Aunque la Sra. White fuese más pesimista que Strong - para ella la crisis en América auguraba un Apocalipsis inminente - la profetisa y el líder eclesiástico concordaban en identificar más ampliamente el destino americano con el destino de la civilización. En la década de 1880-1890, la Sra. White esperaba salvar a América, apenas por un corto tiempo, para beneficio del mundo. Tanto para Strong como para White, perder el protestantismo o el republicanismo sería destruir a América y, en consecuencia, el mundo.
En el mundo de Ellen White y Josiah Strong, la civilización misma parecía amenazada. En Our Country y el Gran Conflicto, problemas tales como la anarquía y las revueltas despertaban aprensión. En 1877, el primer terremoto de desórdenes laborales había conducido a la violencia entre las masas y al derramamiento de sangre con la paralización de los ferrocarriles por todo el país. Las agitaciones laborales continuaron después de la publicación de estas obras. . . . Hubo varios otros desórdenes al comienzo de la década que comenzó en1890. Los inmigrantes, las ciudades, los monopolios, la pobreza, el alcoholismo y la ilegalidad eran causados por la precariedad de la civilización americana.11 Ellen White creía que los Diez Mandamientos tenían un efecto civilizador sobre el mundo. Con la ley de Dios irrespetada, la civilización daba señales de deterioro. La Biblia sostenía a América como una nación protestante y republicana, pero con la Biblia bajo el fuego cerrado de la alta crítica, la nación misma estaba debilitada, tal como ocurrió en Francia al negar la Biblia y a Dios durante la Revolución. Así, Ellen White, como Josiah Strong, identificaba los problemas de la civilización americana como problemas espirituales.
La solución protestante a los problemas americanos vino por medio de un tipo de política pietista. Mediante la legislación política, los protestantes esperaban expulsar los pecados de la intemperancia y el irrespeto hacia el día de reposo y, por medio de las escuelas públicas, socializar a los hijos de los "pecadores" dentro del sistema de valores "justos".
Según los protestantes, los católicos amenazaban la civilización americana en dos aspectos: la temperancia y la observancia del día de reposo. Los trabajadores católicos que bebían copiosamente de pronto estaban invadiendo la vida urbana americana, con su permisiva observancia continental del día de reposo, lo que perturbaba a los protestantes criados en el ideal de la observancia de ese día al estilo americano. La cruzada protestante para una observancia más estricta del día de reposo fue un esfuerzo para mantener la línea puritana dentro del protestantismo, mientras la Ley Seca era una novedad, una contribución pietista del siglo XIX del protestantismo a la historia religiosa.
La causa de la temperancia fue promovida a favor de la civilización americana protestante a despecho de los desafíos de finales del siglo XIX. "El americano protestante rural, nativo, del siglo XIX, respetaba los ideales de Temperancia", escribe J. Gusfield. "Se adhería a una cultura en que el dominio propio, la industriosidad, y la renuncia al impulso eran elogiados como hechos necesarios. Cualquier equivocación era una seria amenaza a su sistema de respeto. La sobriedad era una virtud y, en una comunidad dominada por la clase media protestante, necesaria para la aceptación social y la autoestima". En las décadas de 1830 y 1840, la abstinencia se convirtió en "un símbolo de pertenecer a la clase media y una necesidad para los jóvenes ambiciosos de altas aspiraciones", declara Gusfield. "Era una de las maneras en que la sociedad podía distinguir al industrioso del negligente, al trabajador permanente del que no duraba en un empleo; al deudor digno de confianza del mal pagador; el americano nativo del inmigrante". A finales del siglo XIX, las actividades de temperancia estaban entre las maneras en que la clase media, la América protestante, reaccionaba a la aparición de un número mayor de trabajadores católicos poco privilegiados, de clase social inferior y desempleados en la sociedad. "La enmienda dieciocho", escribe Gusfield, "fue la culminación de la lucha para asegurar el dominio público de los antiguos valores de la clase media. Establece la victoria del protestante sobre el católico, del habitante rural sobre el urbano, de la tradición sobre la modernidad, de la clase media sobre los estratos inferiores y también superiores".
Apoyando agresivamente a las fuerzas de la temperancia, los Adventistas del Séptimo Día, y Ellen White en particular, revelaban un fuerte compromiso para con la América protestante. En verdad, los Adventistas demostraban su capacidad para superar a los protestantes en cuestiones de temperancia. Mientras los Adventistas esperaban que el fracaso de la América protestante trajera consigo el Armagedón, hacían lo mejor posible para postergar lo inevitable - otro ejemplo de la creatividad Adventista para mezclar preocupaciones del presente y del futuro.
Para Ellen White, dedicada oradora a favor de la temperancia, la cuestión de la temperancia era vital para el futuro de una América protestante. Ella escribió: "El honor de Dios, la estabilidad de la nación, el bienestar de la comunidad, del hogar, y del individuo requieren que se hagan todos los esfuerzos posibles para despertar a las personas acerca de los males de la intemperancia. . . . Que la voz de la nación exija de sus legisladores que pongan un alto a ese comercio infame". Y con los éxitos de la Ley Seca en el año electoral en 1918, C. S. Longacre, editor de la Liberty Magazine [Revista Libertad], exclamaba: "Que la democracia triunfe por todas partes y en todas las cosas referentes a las relaciones, deberes y obligaciones civiles".
En el siglo XIX, los protestantes creían que el día de reposo era un factor aún más importante que la temperancia para el futuro de la democracia americana. Escribiendo sobre el día de reposo cristiano en 1834, un profesor universitario tornó la observancia de ese día como un acto de patriotismo. "Que todo hombre que se considere patriota y buen miembro de la sociedad civil guarde su pie de profanar el día de reposo", escribió John Agnew. Es claro que "el violador del sábado contamina la raíz de todo lo que es pacífico y ordenado y prepara el camino para la difusión de la irreligiosidad, la infidelidad y la muerte moral". Agnew identificó la violación del día de reposo como un tipo de anarquía: "El hombre que por su ejemplo debilita el prevaleciente sentido de obligación hacia Dios, y derriba la autoridad de una institución divina, hace mucho para arruinar a su país, y es uno de sus peores enemigos". La violación del descanso sabático "socava los fundamentos del gobierno republicano", y está "poniendo el hacha a la raíz de las más luminosas esperanzas de la nación". En resumen, ". . . el gobierno republicano no puede existir sin la presencia del principio moral asegurado por el día de reposo".16
En la década que se inició en 1860, el historiador eclesiástico Phillip Schaff comentó la importancia de la observancia del día de reposo en términos civiles y religiosos. Típicamente, las leyes azules sobre la observancia del domingo en el Sur fueron mantenidas sobre una base religiosa, mientras en el Norte se apoyaban en términos civiles o seculares. Según Schaff, el día de la observancia era esencial para la moralidad pública y la preservación del Estado. En esa época, era común decir que la declinación de la observancia del día de reposo podía ser responsable de la Guerra Civil.
Los evangélicos tenían la visión de una civilización cristiana libre, compuesta por una población culta, industriosa, honesta, obediente a la ley. Un día de reposo no violado, donde los líderes religiosos protestantes podían mantener una audiencia americana cautiva, cuando la predicación y los programas evangélicos podían ser promovidos, parecía vital como medio de cumplir esa visión cristiana para la sociedad. En 1888, el año en que El Conflicto de los Siglos se publicó, el senador H. W. Blair presentó una rigurosa legislación dominical ante el Congreso, y volvió a presentarla en 1889. Alrededor de 1900, un clérigo episcopal declaró que "la santidad de nuestro domingo americano" es el "paladín de nuestras libertades, nuestros gobiernos, nuestra civilización inglesa".17 Muchos evangélicos estaban bastante dispuestos a depender enteramente de medios voluntarios para trabajar por una comunidad cristiana que cultivase el "dia de reposo cristiano", pero había una cantidad de personas que buscaba garantizar el carácter cristiano nacional por medio de una enmienda a la Constitución. La National Reform Association, formada en 1864, encabezaba esa causa, y era el movimiento de extrema derecha que perturbaba particularmente a la Sra. White y a otros adventistas.18
Ellen White compartía la idea evangélica de que la cuestión del día de reposo era crucial para el futuro de la civilización. Ella apenas hizo un ajuste en el concepto declarando que la imposición de legislación con respecto al día de reposo destruiría a América y a la civilización en general en lugar de mejorar el mundo. Siguiendo el ejemplo de otros evangélicos, ella atribuía una significación cósmica a la cuestión del domingo, pero en un sentido negativo, más bien que positivo. La verdadera confrontación entre ella y los evangélicos sobre la cuestión del sábado involucraba el aspecto de si se protegía a la república americana y a la civilización angloamericana con un día de reposo nacional o sin él. Nuevamente, la Sra. White y otros Adventistas esperaban preservar una América protestante impidiendo la legislación dominical. En 1888 y 1889, una ansiosa minoría Adventista contribuyó a la derrota de la propuesta de Blair a fin de impedir una apostasía protestante y la ruina nacional. Como un pueblo profético, los Adventistas emplearon su voz para sustentar la república el mayor tiempo posible, ganando tiempo adicional para predicar el Adventismo por todo el mundo. Paradójicamente, ellos deseaban retardar el fin predicando que el fin estaba próximo.
Volviendo al siglo XIX, vemos los defensores protestantes de una América sagrada identificando un problema espiritual - o sea, la violación del sábado - como el gran peso de la civilización americana. En ese contexto, no era tan improbable para la Sra. White prever que los observadores del séptimo día serían "denunciados como enemigos de la ley y del orden, como violadores de las restricciones morales de la sociedad, causantes de la anarquía y la corrupción, y que atraían los juicios de Dios sobre la Tierra".18 Reflejando el pensamiento de sus contemporáneos sobre el día de reposo, la Sra. White escribió: "Se declararará que los hombres ofenden a Dios violando el domingo; que este pecado ha traído calamidades que no cesarán hasta que la observancia del domingo se imponga estrictamente, y que los que presentan las exigencias del cuarto mandamiento, destruyendo así la reverencia por el domingo, son perturbadores del pueblo, impidiendo su restauración al divino favor y a la prosperidad temporal".
La Sra. White proporcionó evidencia adicional de que era parte de una América sagrada el hecho de que hasta podía acusar a una minoría religiosa de causar catástrofes naturales. "Hay calamidades en la tierra y el mar", escribió ella, "y tales calamidades van a aumentar, un desastre siguiendo a otro; y el pequeño grupo de concienzudos observadores del sábado será señalado como el de los que están atrayendo la ira de Dios sobre el mundo por su falta de respeto al domingo".
Ellen White dio numerosas pistas sobre el hecho de que estaba atestiguando la destrucción de la América protestante. La emulación del catolicismo por parte de la América protestante y la renuncia protestante a su anterior actitud anticatólica incomodaban a la Sra. White.21 En 1870, se erigió un monumento de historia interconfesional con la publicación de The Church Idea, [El Concepto de Iglesia], por William R. Huntington, un espiscopal, estableciendo una posible base para la unidad cristiana. Mientras las primeras visiones de la América de la unidad eclesiástica generalmente excluían a los católicos, durante la década que se inició en 1880 católicos como el cardenal Gibbons apoyaban a los protestantes acerca de la legislación dominical. Apoyar las leyes dominicales ayudaba a los trabajadores católicos y revelaba a los protestantes que los católicos podrían americanizarse tan bien como cualesquiera otros.
Escribiendo para sus contemporáneos, entonces, en el tiempo presente, la profetisa dice: "En los movimientos ahora en progreso en los Estados Unidos para asegurar a las instituciones y a la iglesia el apoyo del Estado, los protestantes están siguiendo los pasos de los papistas. Están ya abriendo la puerta para que el papado reconquiste en la América Protestante la supremacía que perdió en el Viejo Mundo".23 O, nuevamente, la Sra. White, escribió: "Desde mediados del siglo XIX, los estudiantes de las profecías en los Estados Unidos presentaron su testimonio al mundo. En los eventos que están teniendo lugar ahora se ve el rápido progreso en dirección del cumplimiento de la predicción".24 Pero, hablando genéricamente, ella escribió que el "romanismo es ahora considerado por los protestantes con gran favor, más que en años anteriores". Aquí el movimiento anglo católico de Oxford, que afirmaba el ritual dentro del anglicanismo, ofrece una ilustración. Ella continuó: "Por años, ha habido en las iglesias de confesión protestante un fuerte y creciente sentimiento en favor de una unión basada en puntos comunes de doctrina". Entonces, declaró finalmente: "La América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y de eso resultará inevitablemente la aplicación de penas civiles a los disidentes".
No solamente los católicos y los protestantes se estaban fusionando a expensas de la minoría Adventista, sino que otra fuerza también surgía en el horizonte religioso - el espiritismo. Desde el período en que las hermanas Fox llegaron a Nueva York en 1850, el espiritismo desfrutó un éxito fenomenal en América. En 1870, había alcanzado su auge, y ciertamente podría haberse considerado como la tercera fuerza en la cristianidad. En muchos casos, los espiritistas afirman que son cristianos, como la Sra. White indicó en referencia a su "cristianismo nominal". Pero la profetisa criticó el espiritismo por ser no protestante y no bíblico. Su uso de la creencia en la inmortalidad del alma contribuía a la conspiración escatológica final.
La supuesta conspiración de católicos, protestantes y espiritistas que Ellen White denunciaba a la vuelta del siglo XIX pronto se disipó. En 1895, el papa prohibió la participación de católicos americanos en congresos interconfesionales, y después de 1900, habló contra ese tipo de actividad llamándolo "modernismo". Durante las décadas siguientes, el catolicismo se expresaría en términos de ortodoxia tradicional, y los tipos "americanistas" e interconfesionales se eximirían de las actividades que tanto habían alarmado a la Sra. White antes de 1895. El espiritismo, por su parte, experimentaba una decadencia anterior a los gestos interconfesionales católico-protestantes. A mediados de la década del 70, en el siglo pasado, los espiritistas habían fracasado claramente en su intento de obtener el respaldo de la comunidad científica, tan necesario a su tentativa de convertir a la religión en una ciencia empírica. Los clérigos liberales todavía apoyaban al espiritismo en la pasada década de 90. Los grupos espiritistas no redujeron necesariamente sus filas. La oposición eclesiástica al espiritismo continuó tomando eso en serio hasta el final del siglo. Pero R. Laurence Moore, el más reciente historiador del espiritismo, llegó a la conclusión de que la "'filosofia espiritista' dejó de ejercer influencia significativa sobre el pensamiento religioso americano a la vuelta de 1875'".29 El ecumenismo del siglo XX ciertamente no incluyó al sucesor del espiritismo victoriano, la parapsicología. El fenómeno del ocultismo en nuestra era, que es un desvío del espiritismo o la parapsicología en su postura anticientífica, más bien que pseudo científica, debe ser etiquetado como post-cristiano y, rara vez, como "cristianismo nominal", si es que lo es en algún momento.
En la década de los 80 del siglo pasado, sin embargo, todavía era posible para Ellen White pronosticar que: "Cuando el protestantismo extienda la mano por encima del abismo para tomar la mano del poder romano, cuando éste extienda la mano por encima del abismo para tomar la mano del espiritismo, cuando bajo la influencia de esa triple unión, nuestro país repudie todo principio de la Constitución como un gobierno protestante y republicano, y prepare el terreno para la propagación de las falsedades y engaños papales, podremos entonces saber que ha llegado el momento para la maravillosa operación de Satanás, y que el fin está próximo". Por cierto, este testimonio era verdad "presente" para cualquer Adventista en aquella década, pues el fin parecía muy cercano. Ciertamente, su escatología incluía los tiempos verbales futuro y presente, pero el futuro involucrado era el futuro inmediato. Sus predicciones parecían proyeciones en una pantalla que apenas ampliaban, dramatizaban, e intensificaban las escenas de su mundo contemporáneo. La propia Sra. White era una protestante americana. Su biografía sintetizaba la era protestante americana. Desde sus primeros tiempos como metodista en Nueva Inglaterra, invirtió sus considerables energías en las preocupaciones protestantes del milenarismo, el sabadismo, el anticatolicismo, el anti-esclavismo, la temperancia y la educación. Cuando ese mundo protestante comenzó a caer, ella testificó alarmada. Veía a la América victoriana protestante declinando en vista de los cambios religiosos, étnicos, sociales e intelectuales. Su escatología era la de su mundo.
Con la América victoriana protestante en proceso de desaparecer, la Sra. White preservó en la comunidad Adventista muchos aspectos de su mundo. A. C. Wallace definió un grupo milenarista como "un esfuerzo organizado y deliberado por parte de miembros de una sociedad para construir una cultura más satisfactoria". Las creencias y actitudes Adventistas sobre la Segunda Venida, el sábado, la salud, la educación, la asistencia social, la iglesia y el estado, las relaciones laborales, y la vida en las ciudades muestran que el Adventismo es una subcultura victoriana protestante mantenida así mucho después de que la sociedad que la rodeaba había desaparecido. En el siglo XX, por lo tanto, los Adventistas del Séptimo Día forman una "minoría cognoscitiva" que se apega a una cosmovisión anterior en un mundo nuevo, más secular y pluralista. Nada tiene mayor peso para tal característica Adventista en esta nueva era que el continuo impacto de Ellen White sobre los Adventistas del Séptimo Día. De esa manera, si la América victoriana protestante terminó, los Adventistas continúan ilustrando la impresionante vitalidad y el significado humano del sábado. De una generación a otra, las profecías particulares pueden fallar o revelarse como condicionales, pero el apocalipticismo no es un error si continúa propiciando una cosmovisión para los que viven en la nueva generación. Lo que sugerimos aquí, a un nivel teórico, es lo que muchos evangelistas Adventistas ya practican al reescribir continuamente sus sermones sobre "los últimos días".
Perder el sentido de inminencia de Ellen White es perder la esencia del mensaje Adventista. Se oye el argumento de que una América protestante ya no se mueve amenazadoramente sobre nosotros como en la década de 1880-1890, ni parecen amenazados los adventistas como una minoría religiosa de la manera en que sucedía hace un siglo, pero, concebiblemente, esto podría ocurrir en alguna ocasión en el futuro. Con esto en mente, me parece que se abandona el sine qua non del apocalipticismo - un sentido de ahora. Al insistir solamente sobre las "señales de los tiempos" de un Adventismo anterior, se puede realmente debilitar la creencia en el fin inminente en nuestra época (se piensa en aquellos Adventistas flojos que planean regresar a la iglesia cuando una ley dominical llegue a la sala de debates del Congreso). Si un mensaje con la intención de inspirar urgencia ahora realmente estimula el letargo, el ingrediente esencial del apocalipticismo se pierde de vista. La persecución contra los Adventistas en el Sur (el autor se refiere a un episodio aislado en el que los Adventistas fueron en esa época puestos en prisión en el estado de Tennessee por lo que se consideró irrespeto a una ley dominical local) debido a la cuestión dominical y a la ley del senador Blair en el Congreso en la década de 1880 debe continuar teniendo aplicación, pues dondequiera que la dignidad humana sea perjudicada, allí se viola el significado del día de reposo. Donquiera que la libertad religiosa sea negada, allí el sábado es eliminado de la existencia semanal del hombre. En este sentido, el destino espiritual de la humanidad permanece unido a la democracia. Pues, sin dignidad humana, sin libertad, en otras palabras, sin el sentido del sábado, el hombre afronta el más Orwelliano de los futuros.
Después de la entrevista de Solzhenistsyn por la BBC en marzo de 1976 sobre totalitarismo y un occidente debilitado y vulnerable, William F. Buckley Jr. hizo la pregunta de que ". . . si de hecho se proyectara la tecnología del totalitarismo según el mismo gráfico que se ha seguido durante el siglo pasado, ¿sería previsible que de la misma manera ocurriera un fenómeno como Solzhenitsyn entre 10 y 15 años a partir de ahora?" Malcolm Muggeridge no estuvo de acuerdo, y dijo que el hecho de existir ahora demuestra que "la tecnología nunca podrá dominar totalmente al hombre". Y agregó: "Si usted cubre la tierra de concreto, habrá todavía una grieta en ese concreto, y de esa grieta algo brotará". 35 A eso podría añadirse que el totalitarismo es el "concreto" contra el cual los apocalipticistas, desde el apóstol Juan hasta Ellen White, se han manifiestado. El "algo" que crece de esa grieta es el sentido del sábado.
El fin de la democracia en su más verdadero sentido es lo que preocupa - y llena de expectativas - a los adventistas. Ellen White interpretó los peligros que amenazaban a la democracia en términos anticatólicos. En el Tercer Mundo, los adventistas de América Latina leen ahora El Conflicto de los Siglos como si fuese el diario matinal (el artículo fue escrito cuando las dictaduras imperaban en el territorio latinoamericano, hecho ya superado pero que podría aplicarse tal vez parcialmente al África contemporánea). Las agitaciones culturales y los cambios en esas naciones en desarrollo, la presencia dominante de la Iglesia Católica, recuerda la experiencia americana del siglo XIX a la que Ellen White se dirigía. Sin embargo, los más feroces enemigos de la democracia son el totalitarismo de la derecha o de la izquierda política. ¡Cuán trágico es que los Adventistas del Séptimo Día en Alemania por la década de 1930 identificasen solamente al catolicismo con la bestia e ignorasen o apoyasen al nazismo!.36 La historia de la interpretación profética protestante ha cambiado de una estructura anticatólica a una anticomunista en el siglo XX, y con eso Hal Lindsay inspira a su audiencia contemporánea. En realidad, George MacCready Price, en su último libro, The Time of the End [El Tiempo del Fin], habla en ese sentido para una audiencia Adventista.37 De esa perspectiva, la bestia de la persecución puede no ser la América protestante [WASP], sino la Unión Soviética o el Mozambique marxista, o tal vez puede incluir a todos los tres.
En conclusión, El Conflicto de los Siglos interpretó la historia como una batalla cósmica entre Dios y Satanás, el bien y el mal, que revelaría por fin las "Buenas Nuevas" sobre Dios. Ella estaba preocupada por la historia sólo en cuanto ella iluminaba el drama espiritual de la "meta-historia" (según Berdyaev). En todas las épocas de la historia, "el gran conflicto" tuvo lugar en su propia manera particular. De una era a la siguiente, hay continuidad en la lucha histórica o no hay semejanzas. En el tiempo de la Sra.White, la polarización entre el bien y el mal ocurrió con su propia singularidad, y la profetisa señaló con gran especificidad la naturaleza de la lucha. Lo que importa ahora es que el evangelio sea comunicado con un grado semejante de aplicabilidad a nuestro tiempo. Sólo si estos tiempos fueran abordados con el mensaje, Cristo propiciará una respuesta a nuestros problemas. El comunismo, las armas nucleares, el racionamiento de la energía o los desórdenes ecológicos pueden estar entre las "bestias" y "las señales" no anticipadas por la Sra. White y otros pioneros Adventistas. Un mensaje profético para los que están cerca del fin del mundo debe envolver solamente esto - el mundo y no simplemente los Estados Unidos y el Occidente. Y cuestiones como el ecumenismo, o la observancia del sábado, deben ser consideradas a la luz de esos tiempos post-protestantes y post-cristianos.
El título de nuestra discusión conduce a un doble sentido: Cuando la Sra. White proclamaba el fin del mundo, se refería al fin de su mundo. Una vez que Ellen White propició una perspectiva escatológica para su propio tiempo, en su espíritu, nos toca propiciar una para el nuestro.
"AMALGAMA ENTRE HOMBRES Y BESTIAS"
¿QUÉ QUISO DECIR ELLEN WHITE?
El 8 de Septiembre de 1947, quince de los más importantes líderes eclesiásticos Adventistas del Séptimo Día se reunieron cerca de San Francisco, California, E.U.A., para oír a los dos jóvenes biólogos Adventistas, mencionados más arriba, debatir el significado de dos breves declaraciones publicadas a mediados del siglo diecinueve por la profetisa de su iglesia, Ellen G.White. Los biólogos (ambos todavía están vivos y activos) [Nota del traductor: El artículo fue publicado en Junio de 1982] discutían los escritos de la Sra. White que daban a entender que las relaciones sexuales entre seres humanos y animales habían producido especies confusas, que contribuyeron a desfigurar la imagen de Dios en el hombre, y que dejaron evidencia de su acción duradera, que se observa en ciertas razas no especificadas de hombres.
Las explosivas implicaciones raciales de tales declaraciones daban al debate una sensación de urgencia. La controversia giraba alrededor de la insinuación implícita de que los negros descienden de la unión sexual entre seres humanos y animales. ¿Había revelado Dios a Ellen G. White en visión que los negros no eran completamente humanos? A lo largo de los años, los críticos y apólogos de Ellen G. White han estado enzarzados en una batalla alrededor de este tema de elevada carga emocional. Algunas cuestiones menos tangibles para la iglesia asomaban en el trasfondo, en el horizonte. ¿Cómo y hasta qué punto debería la religión ajustarse a los datos científicos que contradicen la revelación? Si la inspiración de la Sra. White no tiene carácter de infalibilidad, ¿cuáles son sus límites?
James McElhany, presidente de la iglesia, reunió al tribunal de "notables" a lo largo de una gran mesa en presencia de Marsh y de Clark, que tomaron asiento delante de estantes repletos de publicaciones de la Sra. White, mientras que Milton Kern, presidente de los depositarios de las publicaciones de Ellen G. White, actuó como moderador.
Luego, después de las nueve de la mañana, Kern inició la reunión, haciendo un breve resumen histórico de la controversia que rodeaba las declaraciones sobre la amalgama. Las declaraciones de la Sra. White aparecieron primero en el libro Spiritual Gifts, Important Facts of Faith Connected With The History of Holy Men of Old (Dones Espirituales, Hechos Importantes de la Fe en Relación con la Historia de los Santos Hombres de la Antigüedad), una colección en cuatro tomos que se publicó por primera vez en 1864. Después de describir una serie de pecados antediluvianos, que incluían los casamientos entre justos e impíos, la idolatría, la poligamia, los robos y los asesinatos, Ellen White escribe:
Pero si hubo un pecado, por encima de todos los demás, que hizo necesaria la destrucción de la raza humana por medio del diluvio, fue el vil crimen de la amalgama entre hombres y bestias, que desfiguró la imagen de Dios y causó confusión en todas partes. Dios decidió destruír esa raza poderosa y longeva que había corrompido su camino delante de Él1.
Su segunda referencia a la amalgama vino en el capítulo siguiente, y trataba de las amalgamas entre seres humanos y bestias, que ocurrieron después del diluvio.
Todas las especies de animales que Dios había creado fueron preservadas en el arca. Las especies mixtas que Dios no creó, y que fueron el resultado de la amalgama, fueron destruídas por el diluvio. Desde el diluvio, ha habido amalgamas entre seres humanos y bestias, como puede verse en las casi innumerables especies de animales, y ciertas razas de hombres2.
Estas dos declaraciones aparecen más tarde en The Spirit of Prophecy, Vol. I, y en 1870, en la reorganización del material, en Spiritual Gifts. En 1871 aparecen nuevamente en The Great Controversy, Vol. I, un título alterno para The Spirit of Prophecy.
Después de casi 20 años, esas dos declaraciones sobre amalgamas no fueron incluídas en la edición de Patriarchs and Prophets de 1890. En la compilación de 1947, History of Redemption, los editores de las publicaciones de Ellen G. White eliminaron las declaraciones cuestionables y hasta ciertas oraciones del contexto cercano que hay en Patriarchs and Prophets.
Kern observó que las declaraciones habían despertado controversia casi al comienzo del tiempo en que Ellen G. White las había publicado en 1864. Continuó diciendo que, durante los últimos veinte años, varios hombres ofrecieron diferentes interpretaciones de las declaraciones de Ellen G. White, y que era el propósito de aquella reunión oír a los defensores de las dos posiciones más ampliamente conocidas, después de lo cual habría oportunidad para preguntas y una discusión. Luego, le cedió la palabra a Clark.
Clark se levantó y comenzó a hablar elogiando a Marsh por su contribución al estudio de la creación. Observó que, en lo concerniente a la relación de ellos con la teoría de la evolución, estaban cien por ciento de acuerdo, y hasta concordaban sustancialmente en muchos aspectos de las declaraciones sobre amalgama.
Los ansiosos dirigentes eclesiásticos se sintieron aliviados al darse cuenta de que Clark y Marsh eran tan buenos amigos, y las declaraciones introductorias de Clark ayudaron a relajar algo la tensión. Luego, Clark hizo un breve resumen del contexto de las declaraciones sobre amalgama, llamando la atención sobre el final de un capítulo que detallaba los crímenes cometidos por los antideluvianos. Era difícil leer las declaraciones en sus contexto sin ver una serie de pecados, el último de los cuales, el que era tenido por "el pecado por encima de todos los demás," constituía obviamente el clímax. No era probable que Ellen G. White estuviese hablando de los casamientos mixtos, puesto que ya había descrito ese pecado en un párrafo anterior. Cuatro años después de que aparecieron las declaraciones, Uriah Smith, en aquel entonces editor del órgano Adventista Advent Review and Sabbath Herald, las defendió en su obra Visions of Mrs. E. G. White: A Manifestation of Spiritual Gifs According to the Scriptures (1868) con una interpretación que no dejaba lugar a dudas, y James White, el esposo de Ellen, había, según sus propias palabras, "leído cuidadosamente el manuscrito antes de recomendar el libro de Smith para que tuviera una amplia circulación."
Clark continuó diciendo que la conclusión casi segura era que Ellen White también se había interesado en cómo Uriah Smith la había defendido, y que ella también había leído la obra. Clark enfatizó su trabajo hablando con el hijo de Ellen White, W. C. White, y D. E. Robinson, su secretario. Ninguno de esos hombres había dudado de que, con la frase "amalgama entre hombres y bestias," Ellen White había querido decir cruces entre seres humanos y animales. Aunque hubiese una controversia sobre las declaraciones, críticos y partidarios por igual habían aceptado esa interpretación. ¡Cuán fácil habría sido corregir a sus críticos en 1870 si ella realmente hubiera querido decir que "el vil crimen de la amalgama entre seres humanos y bestias" era los casamientos mixtos entre las razas de Set y de Caín! Era práctica común - prosiguió Clark - que Ellen White hiciera cambios cuando sus palabras provocaban una interpretación equivocada. Con todo, en este caso ella no intentó aclarar nada, a pesar de que sus críticos la acusaron de enseñar que los negros no eran humanos.
Si alguien analizara la expresión "un pecado por encima de todos los demás . . . fue . . . la amalgama entre seres humanos y bestias"- continuó Clark - podría notar que los términos seres humanos y bestias se sitúan en la misma relación en la oración, o sea que son coordinados. Lo que se aplica a uno, se aplica al otro, y es imposible hacer que la amalgama de bestia con bestia o de seres humanos con seres humanos sea un pecado mayor que la idolatría, el adulterio, la poligamia, el robo o el asesinato. La historia revela que la cohabitación con animales era uno de los mayores pecados de la antigüedad, de lo cual hay abundante evidencia. Además, los antropólogos han descubierto cráneos de aspecto humano en muchas partes del mundo que revelan afinidades simiescas peculiares. Las autoridades competentes han descrito las características de tribus que vivían en Africa y Malasia y que eran de naturaleza claramente simiesca. Aunque no hubiese evidencia positiva de que los seres humanos y los animales se pudiesen cruzar hoy, muchos hechos indican que un cruce como éste pudo haber tenido lugar en el pasado. Además, las órdenes de Dios para Israel prohibiendo específicamente la cohabitación de hombres con bestias indicaban que la humanidad había estado practicando ese vil crimen. Decir que la amalgama entre hombre y bestia nunca ocurrió en el pasado porque no ocurre hoy - destacó Clark - es tomar la misma posición del uniformismo que desorientó a los geólogos. En realidad, hubo solamente un hecho objetivo que no podría explicarse: La falta de un registro auténtico de un cruce así. Ese hecho único no justifica la conclusión de que "un pecado mayor que todos los demás," cometido por los antediluvianos, fuese los casamientos interraciales o entre creyentes e incrédulos. Tal interpretación haría violencia al lenguage que Ellen White realmente utilizó. Al contrario, quedaban claras dos conclusiones: Ellen White sabía lo que quería decir. Claramente deseaba que sus lectores interpretasen el "vil crimen" como un acto sexual, incluyendo el cruce entre hombres y bestias.
Eran ahora las 9:45 de la mañana, y Kern le cedió la palabra a Marsh. Éste comenzó con algunas pocas palabras de elogio para Clark, e hizo notar que eran buenos amigos, y que simplemente mantenían una diferencia profesional de opinión sobre declaraciones que siempre habían sido poco claras en su real sentido. Luego, llamó la atención a la definición de amalgama de J. R. Bartlett en el Dictionary of Americanisms, de 1859. En los Estados Unidos, la palabra "amalgamar" se aplicaba universalmente a la mezcla de las razas blanca y negra - destacó - y solamente a principios del siglo veinte la palabra "hibridación" se había convertido en un sustituto completamente satisfactorio. Pero en el tiempo en que Ellen White escribió las declaraciones sobre amalgama, la frase "amalgama de hombres" traería a la mente del lector común una fusión de dos razas, en ese caso la impía raza de Caín y los descendientes de Set, temerosos de Dios. Ni el lenguaje de las declaraciones por sí mismas, ni las Escrituras, ni los descubrimientos de la ciencia, ni ninguna otra declaración de los escritos de la Sra. White, convertían en obligatoria la conclusión de que el hombre podía cruzarse con las bestias. Supóngase - sugirió - que en la primera declaración Ellen White hubiese querido decir que el hombre se había cruzado con las bestias. ¿Como podrían ocurrir los dos resultados que habían sido declarados? Es verdad que la imagen de Dios podría ser desfigurada. Pero, ¿causaría esto confusión por todas partes? En fin cuentas, el hombre podría cohabitar con sólo unas pocas formas de vida, y cohabitación era sinónimo de hibridación. Las Escrituras explican claramente - continuó - que el principal pecado que hizo necesario el diluvio fue la promiscuidad de los "hijos de Dios con las hijas de los hombres." Además, si el Espíritu Santo realmente hubiese dictado a Ellen White que el hombre se había cruzado con bestias, ella no habría eliminado de Patriarchs and Prophets las declaraciones sobre la amalgama. Marsh entonces presentó el testimonio de la ciencia. Uno de los principios mejor demostrados en biología - observó - era que las diferentes especies de animales del Génesis no se cruzan entre sí, ni siquiera hasta el punto de producir híbridos estériles. No había razón, ya sea a partir de datos modernos o del registro fósil, para suponer que esa no fuese una ley que se remonta a la creación. Si la amalgama de las especies del Génesis hubiera sido el principal pecado que causó la necesaria destrucción de las formas terrestres, deberíamos poder encontrar esas formas amalgamadas como fósiles. En cuanto a la supuesta defensa de Uriah Smith de las declaraciones sobre la amalgama, y a la reimpresión inalterada de ambas declaraciones dos años después, eso difícilmente probaría que Ellen White quiso decir que el hombre y las bestia se habían cruzado. Ella no hizo ninguna declaración con respecto a la defensa de Smith. Además, aunque fuese dificil explicar cómo podría el hombre cruzarse con la bestia, apenas sería necesario explicar cómo podría haber amalgama de los seres humanos entre sí. Marsh se volvió hacia el estante lleno de libros de la Sra. White que rodeaba el salón de conferencias, alcanzó un ejemplar de Fundamentals of Christian Education, y leyó al pie de la página 499: "El enemigo se regocijaba con el éxito de su intento de desfigurar la imagen divina en la mente de la gente . . . mediante casamientos con idólatras y la constante asociación con ellos. . ." Marsh subrayó su posición: "Ellen White dice que la amalgama deformaba la imagen de Dios. Aquí afirma que los casamientos mixtos apagaron la imagen divina."
Finalmente, Marsh destacó el sensitivo tema de la raza. A los que insistían en que la evidencia de la amalgama entre el hombre y la bestia podía observarse en "ciertas razas de hombres," les quedaba la tarea imposible de señalar las razas en parte humanas y en parte bestiales. La conclusión parecía obvia: La amalgama del hombre deformaba la imagen de Dios, la amalgama de razas dentro de las especies creadas de animales producía especies confusas. No debemos mancillar el inestimable don de Dios a los Adventistas encontrando insinuaciones de carácter racial en las declaraciones y amonestaciones de la Sra. White, concluyó.
Mucho antes de que Marsh y Clark se hubieran ocupado de estas cosas, las declaraciones de Ellen White habían suscitado discusiones tan pronto aparecieron impresas. La controversia, en aquel entonces, había girado alrededor de la cuestión de si los negros eran o no el resultado de la hibridación de seres humanos con bestias. En The Visions of Mrs. E. G. White, una apología del don de profecía de Ellen White, Uriah Smith respondió a 52 objeciones de los críticos con respecto a Ellen G. White. A la "Objección 39: La raza negra no es humana," argumentó que Ellen White había hecho la segunda declaración de amalgama "con el propósito de ilustrar la profunda corrupción y criminalidad en que la raza humana había caído, cosa que también sucedió unos pocos años después del diluvio,"4 y no enseñar que los negros no eran humanos.
Hubo amalgama, y el resultado todavía es visible en "ciertas razas de hombres". . . Los que hacen excepción de los animales sobre los cuales son visibles los efectos de esa obra son llamados "hombres" por la visión. Ahora, siempre hemos supuesto que cualquier ser que haya sido llamado hombre debe ser considerado un ser humano.
Sin embargo, Smith argumentaba que el hecho de que las razas actuales incluían a los descendientes de hombres que vinieron a existir como resultado del cruce hombre-animal estaba más allá de toda discusión, y citaba "casos tales como el de los bosquimanos de África, algunas tribus de hotentotes, y tal vez los indios cavadores en nuestro propio país, etc." Además, afirmaba, los naturalistas creían que era imposible "decir donde termina lo humano y comienza lo animal." ¿Podemos suponer que eso fue ordenado así por Dios en el principio? Más bien, ¿no ha borrado el pecado las fronteras entre esos dos reinos?6 Aunque Ellen White no hubiese especificado cuáles razas deseaba que sus lectores consideraran como evidencia parcial del "vil crimen," la enumeración que había hecho Smith de razas específicas se inclinaba a sostener el punto de vista de que Ellen White no esperaría que nadie tuviese dificultad para identificar aquellas "ciertas razas de hombres." Uriah Smith, al defender las declaraciones sobre amalgama de Ellen White, claramente revelaba la idea popular de su tiempo de que los cruces entre hombres y animales habían creado una "tierra de nadie" entre seres humanos y animales, habitada por gorilas, chimpancés, bosquimanos de África, patagones, y hotentotes.
La posición de Uriah Smith era compatible con la de los estudiantes de la "Escuela Americana"de antropología, que alcanzó la cúspide de su influencia en los Estados Unidos a mediados del siglo diecinueve. Esos antropólogos alegaban que las especies podrían cruzarse para producir formas intermedias de descendientes. Argumentaban que la simple observación demostraba que las razas de hombres podían cruzarse, aunque se constituyeran especies que Dios tenía intención de que permanecieran separadas. Samuel George Morton, fundador de la paleontología de los invertebrados en los Estados Unidos y autor del controvertido Crania Americana (1839), sugirió que, puesto que los dibujos de las tumbas egipcias, que se sabía tenían por lo menos treinta mil años de edad, revelaban que había razas tan diferentes entonces como ahora en todos sus pormenores, no tenía sentido suponer que las causas naturales hubiesen producido las razas a lo mucho durante mil años desde el diluvio8. Más probable es que Dios hubiese creado las razas a partir de los tres hijos de Noé, o tal vez junto a la torre de Babel.
Reconociendo que la hibridación sería el campo de batalla en el cual ganarían o perderían su caso, los proponentes de la "Escuela Americana" atacaron la validez de la infertilidad como una prueba de las especies. En 1847, Morton publicó una disertación en el prestigioso American Journal of Science, en la cual alegaba que ocurrieron híbridos entre una impresionante variedad de organismos, incluyendo ciervos y cerdos salvajes, toros y ovejas y ciervos, así como muchos otros cruces entre diferentes especies de peces, aves e insectos9.
James White leyó el libro de Smith y lo recomendó calurosamente con la siguiente nota en la Review and Herald de 25 de Agosto de 1868:
La Asociación acaba de publicar un folleto titulado "The Visions of Mrs. E. G. White. A Manifestation of Spiritual Gifts According to the Scriptures" (Las Visiones de la Sra. White, una Manifestación de los Dones Espirituales Según las Escrituras) fue escrito por el redactor de la Review. Mientras leía cuidadosamente el manuscrito, me sentí muy agradecido a Dios, en nombre de nuestro pueblo, por tener esta eficaz defensa de aquellos puntos de vista tan amados y atesorados, mientras otros los desprecian y se oponen a ellos. Este libro está destinado a tener una amplia circulación. James White.
James y Ellen White llevaron con ellos dos mil ejemplares del libro de Smith a las reuniones de campo de aquel año11.
A pesar de la defensa de Smith de las declaraciones de Ellen White, la controversia nunca fue totalmente superada. También, a pesar de que cuando Ellen White eliminó las declaraciones de su nuevo libro Patriarchs and Prophets (1890), las viejas afirmaciones continuaron siendo un tema de mucho debate.
Cuarenta años después de que apareció Patriarchs and Prophets, los científicos comenzaron a proyectar una larga sombra sobre la interpretación tradicional de Uriah Smith. No se pudo argumentar más, como Uriah Smith había hecho una vez, que "nadie" negaba la posibilidad de cruces entre hombres y animales. Las declaraciones de amalgama se convirtieron en tema popular de debate entre Adventistas interesados en la ciencia natural y la revelación.
En la edición de The Ministry de Abril de 1931, George McCready Price, el más destacado oponente de la evolución en la iglesia, propuso que se alterara ligeramente el lenguage de las declaraciones de Ellen White - insertando una simple palabra entre paréntesis - que podría reconciliarlas con la ciencia y así eliminar toda dificultad asociada con la controversia.
Sin entrar a discutir todas las interesantes afirmaciones en este pasaje, deseo tomarme la libertad de decir algunas palabras sobre la última parte, que me parece que es la porción que se presta más a malas interpretaciones. Si se me permite insertar una palabra entre paréntesis, y creo que la supuesta dificultad desaparecerá casi como por encanto. "Desde el diluvio, ha habido amalgama de hombres y (de) bestias, como puede verse en las casi innumerables especies de animales y en ciertas razas de hombres."12
Price proponía dos amalgamas independientes - una para las razas de hombres y otra para la unión de varias especies de animales. Su solución despertó una tempestad de oposición. Uno de los primeros que reaccionaron el mismo año fue D. E. Robinson, secretario personal de Ellen White por muchos años. En una disertación titulada "Amalgama versus Evolución," Robinson declaró que la inserción de la palabra "de" por Price en la declaración de Ellen White violentaba el "sentido obvio" que pretendía la propia autora13. Argumentó además que las declaraciones sobre amalgama ayudaban a resolver algunos de los problemas en el conflicto entre ciencia y religión, tales como "de qué está formada la variedad en los animales". . . Podría haber sido producida en el período permitido por la cronología bíblica. . .14 y el problema de la anatomía comparativa.
La declaración de la Sra. White, si fuese aceptada, resolvería los problemas relacionados con la muy próxima semejanza física entre el hombre y algunos simios, habiendo entre éstos y los monos con cola una diferencia estructural mayor que entre ellos y el hombre. Cualquiera que observe a un chimpancé, un gorila, o un orangután no hallaría difícil creer que procedieron de algún ancestro en común con la raza humana.
Robinson admitió que era imposible establecer exactamente qué razas de hombres realmente revelaron vestigios de un animal ancestral, por cuanto la Sra.White no había especificado esas "ciertas razas de hombres."
La participación de Harold Clark en el problema de los puntos de vista de Elena White sobre la amalgama comenzó cuando sus estudiantes de biología del Pacific Union College le hicieron preguntas repetidamente acerca de esas declaraciones16. Después de consultar con los pastores W. C. White y Dores Robinson, éste último secretario de la Sra.White y primo de la primera esposa de Clark, éste se sintió obligado a proporcionar por lo menos una explicación razonable de las enigmáticas declaraciones. En 1940, terminó el libro Genes and Genesis, en que sostenía la interpretación oficial y sugería posibles cruces en el reino animal. Aunque se demostrara que sus ejemplos eran erróneos, Clark creía que el principio básico subyacente a las declaraciones de Ellen White era válido.
El año siguiente, el libro fue tenido en tan alta estima por la denominación que fue escogido para el curso de lectura ministerial, pero en la primavera del mismo año, Frank L. Marsh, recién graduado de la Universidad de Nebraska con un título doctoral, observó que los científicos no eran capaces de encontrar un ejemplar único de híbrido entre hombre y bestia. Tal vez fuese mejor, sugería él, aceptar la versión de Price, finalmente, en cuanto a la "amalgama del hombre y (de) la bestia."
Antes del fin de 1941, Marsh terminó su propio libro Fundamental Biology, un texto mimeografiado de 128 páginas, que destacaba la falta de evidencia científica de la creencia en la posibilidad de que diversos organismos se cruzasen17. Ellen White, argumentaba Marsh en dos capítulos dedicados a la cuestión de la amalgama, no dijo que el hombre se había cruzado con las bestias. Si resultaron especies confusas de la amalgama, éstas se limitaban a híbridos entre animales íntimamente relacionados de la misma especie del Génesis. Si Ellen White hubiera dicho que habían ocurrido uniones entre hombres y bestias, ella, decía Marsh, "estaría en conflicto con todas las leyes de la genética"18. En un intercambio de cartas con Marsh en 1941, Clark argumentaba que lo que podría ocurrir ahora no era una guía segura para establecer lo que podría haber ocurrido en el pasado, y advertía a Marsh en cuanto al peligro de caer en el error uniformista que había desorientado a los geólogos19.
El 1 de Marzo de 1942, Marsh y Clark terminaron sus disertaciones defendiendo sus posiciones alternas y atacando los puntos de vista contrarios. El escrito de Clark, "Amalgamation," hacía notar que la expresión propuesta por Marsh - amalgama de hombres (con hombres) y bestias (con bestias) - dejaba la expresión "bestias con bestias" en una situación imposible. "Para darle algún sentido a eso, debemos suponer que fue pecado que una especie de animal se cruzase con otra"20.
En su disertación "Analysis of Amalgamation Statements" [Análisis de las Declaraciones Sobre Amalgama], Marsh argumentaba que los cruces entre diferentes especies, incluyendo al hombre y a los monos antropoides, eran contrarios a todas la leyes genéticas. Para evitar que se diera a entender que los casamientos interraciales todavía hoy constituyen un "crimen vil," Marsh escribió que, aunque Ellen White hubiese llamado a la amalgama antes del diluvio un "crimen vil," la amalgama después del diluvio puede no haber sido pecado en absoluto21.
Marsh decía que "en la eliminación de las declaraciones sobre amalgama de la historia bella y cuidadosamente reescrita de Patriarchs and Prophets - un relato que contrastaba nítidamente con el escrito anterior, preparado "un tanto libremente"22 - se había descubierto evidencia adicional de que "el vil crimen de la amalgama entre hombres y bestias" no se refería a la fusión entre hombres y bestias. Con este argumento, Marsh introducía una de las cuestiones más curiosas surgidas de la controversia sobre la amalgama: El estilo literario de Spiritual Gifts es tan pobre que se vuelve muy difícil una comprensión correcta de las declaraciones sobre amalgama. Solamente Patriarchs and Prophets indica claramente lo que Ellen White quiso decir con "un pecado sobre todos los demás,"o sea, los casamientos mixtos entre los justos y los impíos, sostenía él23.
Aunque simpatizaran con el deseo de Marsh de conciliar las declaraciones sobre amalgama con la ciencia, Robinson y Clark todavía estaban de acuerdo en que Ellen White ciertamente tenía la intención de que sus lectores imaginaran un crimen sexual, y que la amalgama entre hombres y bestias después del diluvio representara la misma actividad prevaleciente antes del diluvio, obviamente siendo de igual manera un "crimen vil". Además, les parecía algo irónico que la amalgama compensara en parte la degeneración de milenios de actividad satánica, cuando fue la amalgama lo que supuestamente produjo la declaración en primer lugar.
Marsh permaneció inamovible. En Evolution, Creation and Science, terminado en 1944, argumentaba que "la evidente intención del Creador había sido mantener las especies separadas". Dios debe haber creado cada tipo con protoplasma "fisiológicamente incompatible" con el de una especie diferente. Clark pronto contestó a Marsh, en cuanto a su interpretación de que la amalgama significara cruces solamente entre variedades de una misma especie del Génesis: "Presumiendo que la hibridación mencionada en Spiritual Gifts fuera entre razas ecológicas, tendríamos la palabra de la Inspiración declarando en un lugar que grupos normalmente fértiles eran permisibles dentro de la misma especie, pero afirmando en otra declaración que a los productos de tales razas les fue negada la entrada en el arca (de Noé) por ser confusas, resultantes de procesos que Dios no aprueba"25.
Con todo, para finales de 1946, el continuo progreso de la genética, el evidente choque entre la Ciencia y la Revelación, y la necesidad de abordar las implicaciones raciales del punto de vista tradicional de las declaraciones sobre la amalgama, se combinaron para hacer que la interpretación de Marsh pareciera más y más atractiva. En el verano de 1947, poco antes de la confrontación en California, Marsh se reunió en privado con el presidente de la Asociación General, McElhany, y varios otros líderes denominacionales, en Washington, D. C., que participarían en la reunión en Septiembre. Fue, a invitación de ellos, y pasó una noche entera detallando su parecer y advirtiendo de los peligros asociados con otras interpretaciones, tanto en el campo de la ciencia como en el de las relaciones entre las razas. En retrospectiva, Marsh pudo haber ido a California ya como el vencedor.
En California, el 8 de Septiembre de 1947, ambos hombres habían terminado sus presentaciones para las 10:15 de la mañana; Ken pidió preguntas y discusiones sobre la cuestión. Clark recibió la mayor parte de las preguntas, y según continuaba la discusión, se hacía evidente que la mayoría de los dirigentes, a pesar de lo que pudiesen juzgar que eran las intenciones originales de Ellen White, claramente favorecían la posición que podría satisfacer a la ciencia y resolver los problemas de carácter racial asociados con las declaraciones sobre amalgama. Marsh ofrecía exactamente esa solución, y su interpretación, un poco forzada también según algunos de sus defensores, no obstante era posible y razonablemente defendible. Después de un receso para el almuerzo, la discusión se reanudó con cerca de un tercio del grupo ausente, sólo para ser interrumpida a las tres de la tarde sin que se hubiera votado. Al final de la reunión, Ken y Marsh discutieron cómo se habían encaminado las preguntas, y llegaron a la conclusión de que, si se hubiera votado, habría resultado, en la peor de las hipótesis, una diferencia de 12 a 3 en favor de Marsh.
Los oficiales de la iglesia no estimularon ni a Marsh ni a Clark para que escribieran resúmenes de sus puntos de vista. Cuando Marsh regresó al Union College, pensó que un resumen sería útil para sus alumnos. El 16 de Noviembre de 1947, terminó The Amalgamation Statement, una disertación de 11 páginas, y la remitió a Clark, sugiriendo que él también escribiera una disertación resumiendo brevemente sus argumentos. El 1 de Marzo de 1948, Clark terminó el suyo, "Amalgamation, a Study of Perplexing Statements Made by Mrs. E. G. White" (Amalgama, un Estudio de las Declaraciones Desconcertantes de la Sra. E. G. White), incluyendo una contestación punto por punto a la última disertación de Marsh. En cuanto a la sugerencia de Marsh de que los híbridos solamente podrían resultar del cruce de la misma "especie" de animales, por ejemplo, Clark nuevamente quiso saber por qué tal actividad constituiría un "crimen vil."
Cuando dos criaturas se cruzan entre sí, de ninguna manera producen una especie corrupta o confusa. Ellas simplemente dan origen a una nueva variedad dentro de la misma especie.Tales cruces parecen ser un proceso perfectamente natural y bien ordenado26.
Tampoco podía Clark creer que la "amalgama de hombre y bestia" después del diluvio no era la misma actividad que antes del diluvio, o que su pecaminosidad hubiese disminuído en alguna medida. En vista de que la disertación de Clark respondía a argumentos particulares de Marsh en disertaciones pasadas, Marsh decidió dirigirle sólo un documento más: "A Discussion of Harold W. Clark's Paper 'Amalgamation' Published March 1st, 1948".
Con todo, la verdadera batalla había terminado, y ya éstas eran básicamente escaramuzas de post-guerra. Los puntos de vista de Marsh prevalecieron. En 1951, cuando F. G. Nichol preparaba su obra Ellen G. White and Her Critics, solicitó todas las disertaciones de Marsh sobre amalgama27. Marsh se las envió, y Nichol se basó mucho en ellas para su capítulo sobre las declaraciones sobre amalgama. En 1968, los depositarios White pusieron a disponibilidad una copia del capítulo de Nichol, bajo el título "Ellen G. White Statements Regarding Conditions at the Time of the Flood", by F. D. Nichol" [Las declaraciones de Ellen White Concerniente a las Condiciones del Tiempo del Diluvio, por F. D. Nichol]. Este todavía es el material que se envía a los que solicitan una declaración oficial sobre Ellen G. White y la cuestión de la amalgama.
Por años, la comunidad Adventista supuso que la Sra.White creía que parte de la caída del hombre tuvo que ver con la unión sexual de hombres con animales, y defendía sus puntos de vista como científicos. Después de 1947, la posición prevaleciente cambió y continuó así por treinta y cinco años. Incapaz de conciliar la más obvia lectura de las declaraciones de Ellen White con la igualdad genética entre las razas, la iglesia aceptó la ingeniosa interpretación de Marsh sobre lo que Ellen White quiso decir. Puede ser que la presente generación de Adventistas concuerde con las generaciones anteriores de Adventistas en que - por lo menos en una ocasión - Ellen White realmente creyó que los cruces entre hombres y bestias tuvieron lugar, pero no aceptaría esa posición como científicamente válida hoy.
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